La literatura en tiempos de Facebook
Por Rafael García Romero
“Para Obama, con afecto”, escribió Hugo Chávez en la primera página en blanco del libro “Las venas abiertas de América Latina” y se lo entregó al presidente de los Estados Unidos durante la V Cumbre de las Américas, hecha en el estado caribeño de Trinidad y Tobago, del 17 al 19 de abril de 2009.
Los medios de comunicación reseñaron –testigos con alcance global; y más aun, dignos de alta credibilidad– que el sucesor de George W. Bush en la Casa Blanca saludó al presidente venezolano Hugo Chávez con un cordial “¿cómo estás?” en español, al tiempo que le agradecía el regalo; y, acto seguido, mostró sonriente el libro a los fotógrafos antes de continuar la reunión.
Esa foto de los dos mandatarios sosteniendo la obra le dio la vuelta al mundo. Las imágenes muestran cómo ese libro, de manera inusual hizo un pequeño tránsito y pasó de las manos de Chávez a las manos de Obama. En realidad, eso que podría tomarse como un pequeño tránsito significó el viaje más largo y significativo que haya hecho una publicación latinoamericana en la historia contemporánea de nuestros pueblos.
El mensaje es el viaje, podríamos decir ahora. Las manos de Hugo Chávez representaban, en ese momento, más que un país, una región: Latinoamérica; y las manos del presidente venezolano hicieron ese gran viaje, traspasando fronteras, espacios aéreos imaginarios, hasta llegar a las manos de Barack Obama, otro país, varias fronteras, cientos de kilómetros y aduanas abiertas; y, sobre todo, otro idioma, otro mercado.
Podrán decirse muchas cosa sobre esta obra de culto de la izquierda latinoamericana –dice Jorge Volpi–, que es maniquea o extremista, que distorsiona o exagera, pero nadie sale indemne de su lectura: ante este abigarrado relato de las vejaciones –en su mayor parte ciertas– que América Latina ha sufrido a manos de Estados Unidos, uno no puede sino terminar escandalizado. Publicada en 1971, y elevada al inmediato rango de best seller en lengua española –setenta ediciones hasta 2007–, no esconde su interpretación marxista ni sus ataques al capitalismo y al imperialismo.
Una vez más ese libro demostró que la literatura no tiene fronteras. El idioma también emigra, cuenta historias, pasa balance y consigue que las cosas se aclaren impidiendo el olvido y levantando la voz hasta acorralar y pulverizar el silencio, la injusticia, el dolor, la barbarie.
El libro “Las venas abiertas de América Latina” viajó hasta Estados Unidos y se colocó en las manos del poder más grande del mundo, prácticamente fue depositado en las manos del hombre que representa el Primer Mundo. Las manos hicieron de puente, el puente resistió la carga que transitaba por él. No resultó simple saberlo en aquel momento; y por eso tuvo un profundo sentido.
La modernidad, en el mundo de hoy, tiene sentido gracias a Estados Unidos, el país que más incidencia tiene en la era global, ya que dispone del sistema satelital más amplio, seguro y sofisticado del planeta; y precisamente, ese sistema hizo llegar a todos los países de la Tierra, en tiempo real –y solo necesitó cuarenta y cinco segundos–, el momento que se tomó la entrega del regalo.
Ese momento quedó atrapado en el tiempo, como una cápsula de la historia. Ese momento habló y su voz fue escuchada por cientos de millones de seres humanos. “El libro está entregado”, eso dijo. El mensaje llegó. No importa la suerte que haya corrido luego, en qué rincón se quedó, o de bajo de cuántos libros estará ahora en la Casa Blanca, si es que llegó hasta allí.
Los periódicos difundieron otra historia asociada a ese momento. Hay dos versiones, la más corta se resume en dos líneas: El libro “Las venas abiertas de América Latina” se convirtió de la noche a la mañana en el segundo de más ventas en Amazon.com, la principal tienda en línea de Estados Unidos.
Una verdadera proeza en el mundo de la literatura. ¿Quién se lo podía imaginar? Ni con el poder del augurio. Ese libro pasó del puesto 60.280 al segundo de la tabla de ventas del portal Amazon. Indudablemente que las manos de dos hombres poderosos influyeron en ese impresionante acontecimiento.
Desde su aparición –y volvemos de nuevo a Volpi–, cientos de libros han tratado de descalificar a Galeano, pero ninguno se ha mantenido vigente durante casi cuatro décadas (y menos escalar al puesto dos de Amazon.com). El autor de “Las venas abiertas de América Latina”, Eduardo Galeano nunca se imaginó tampoco ese momento; y sin embargo, tuvo la medida de precaución de escribir el libro y el tiempo hizo el resto.
El resto es lo que sucedió muchos años después, cuando el libro llegó un día a manos de Hugo Chávez y que el carismático líder se tomara su tiempo para leerlo; y luego de hacerlo que se iluminara en su cabeza la idea final de entregarlo nada más y nada menos que al presidente de los Estados Unidos. En ese momento la obra hizo que él, Eduardo Galeano, también viviera esos cuarenta y cinco segundos como parte de un día inolvidable y de gran satisfacción. La sorpresa de ver como él, su libro y la causa que defienden vivían una segunda era de oro, un nuevo escenario con las redes sociales al servicio de la verdad.
El presidente Barack Obama, si todavía hoy conserva “Las venas abiertas de América Latina”, quizá no sepa qué hará con ese libro.
El hecho es que ya lo hizo, sin darse cuenta.
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