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Rafael García Romero

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

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Por Rafael García Romero

(Donde el autor pone en blanco y negro una singular historia que devela el cuadro de vicisitudes que vivió con un editor de Chile, luego de hacer contacto con él y firmar contrato para poner en marcha sus planes de publicar en el extranjero su “Cuento de Navidad”. Son cartas que tienen, o van a tener 50 años de haber sido escritas por los autores involucrados)

Hay dos cuentos que además de ser muy extensos, cuentan dos historias muy singulares. Son “El indio Manuel Sicuri” y “Cuento de Navidad”. Uno y otro tienen en común que forman parte del conjunto narrativo que escribió Juan Bosch durante su exilio.

El autor tuvo un particular apego por el segundo, ya que estaba convencido que era un cuento excepcional en su producción, pensado, escrito e idealizado para un público lector infantil y juvenil. Ese norte de que los niños hallaran una lectura rica en los valores originarios del mundo, un mundo creado por Dios y donde el nacimiento de Jesús constituye uno de los capítulos más iluminadores, hizo que Juan Bosch dedicara gran parte de su tiempo a buscarle un editor adecuado, que lo acercara, a través de una edición especial, con una tipografía adecuada e ilustraciones tópicas, a ese sector idealizado por él.

La vida real está llena de caminos absurdos y decisiones dolorosas, que cuestan lágrimas negras y se transforman en un océano de frustración que llena el alma. Los grandes sueños de sintonía que tuvo el autor con este “Cuento de Navidad” no se concretizaron. La historia no tuvo un final feliz. Las cartas cruzadas por él y su editor de entonces hablan por sí solas de la gran decepción de Juan Bosch. Adelanto que en cada línea de estas cartas se transparenta un escritor indignado, vejado, herido en su más profunda sensibilidad de creador.

El escritor tenía entonces su domicilio en La Habana, Cuba; y esciribió:

Al llegar hoy a La Habana he encontrado su carta del 22 de diciembre del año pasado, la copia que me corresponde del contrato editorial de “David, biografía de un rey”, y un ejemplar de “Cuento de Navidad”.

A primera vista, la impresión que me produjo “Cuento de Navidad” no pudo ser peor. El proyectista de la impresión confundió ese libro con un estudio sobre el desarrollo de la minoría o con una tesis doctoral y escogió el tipo, la distribución de cuerpo y márgenes apropiados para trabajos de esa índole, no para un cuento infantil. Pero al proceder a la lectura la impresión se trasformó en desoladora: No hay derecho a hacer con mi cuento lo que ha hecho Zig-Zag, ni a ningún lector se le puede cobrar dinero por ofrecerle una edición plagada de errores tan graves que le hacen perder el sentido a lo escrito. Lo menos que yo esperaba de Zig-Zag es que tuviera un corrector de pruebas, no que se confiara al linotipista que compone el material. Y a  fin de que Ud. no tome como exageración lo que digo, le envío el ejemplar de “Cuento de Navidad” que Ud. tuvo la gentileza de mandarme, con las correcciones que le he hecho en una sola lectura.

Como entiendo que un autor está llamado a cobrar porcentaje sobre la venta de su libro tienen que cuidarse de que esas venta le proporcione los beneficios a que es acreedor, y como entiendo que la venta de la edición de “Cuento de Navidad” no puede ser buena porque el libro es tipográficamente defectuoso, en perjuicio de su calidad literaria, me veo en el caso de desautorizar la venta de esa edición y de reclamar que para hacer otra se escoja un proyectista de ediciones que sepa su oficio y sea capaz de apreciar qué diferencia hay entre una conferencia científica y un cuento infantil; que se publique lo que he escrito, no lo que un linotipista entienda que he escrito.

Con esta lamentable experiencia a la vista, le ruego, mi estimado doctor Zañartu, que use sus buenos oficios para que me sean devueltos los originales de “David, biografía de un rey”, cuya publicación no puedo confiar a Ercilla. Para el caso le envío la copia del contrato, a fin de que ésta y el original sean debidamente anulados y se me devuelvan ambos. Espero que sea posible hacer esto sin perjuicios para la Empresa; pero en última instancia prefiero que los tenga Ercilla y no yo. En el caso de “Cuento de Navidad”, Ud. no es capaz de imaginar de qué cuantía son los que me está causando el descuido, realmente increíble, con que fue editado.

No pierdo la esperanza de que en alguna oportunidad Ud. y yo seamos más afortunados en nuestras relaciones comerciales, y, desde luego, en manera alguna deseo que las personales puedan ser afectadas por la infeliz intervención del personal técnico de Zig-Zag, que en lo que se refiere a mí ha actuado con lujosa desaprensión (1).

Pruebas para anulación de contrato

El tamaño de la indignación de Juan Bosch se puede ver en la carta que sigue, donde expone, con un trabajo mecanográfico muy escrupuloso, la prueba que justifica su explosión emocional.

Veamos:

A fin de economizar gastos de franqueo aéreo he decidido no enviarle el ejemplar de “Cuento de Navidad” corregido, como le anunciaba en mi carta del 4 de este mes, sino que le señalaré las siguientes erratas:

Pág. 7 (que es la primera de texto), línea 4: donde dice: “los lados, toda era luz, debe decir: “los lados, todo era luz”;

Pág. 7, línea 17, donde dice: “pequeños de todos mundos”, debe decir: “pequeños de todos los mundos”;

Pág. 11, línea 19, donde dice: aún. El mismo,”, debe decir: “aun Él mismo”;

Pág. 12, línea 11, donde dice: “eso será fácil”, debe decir: “eso era fácil”;

Pág. 14, línea 3, donde dice: “pero lo dijo estalló”, debe decir: “pero lo dijo con tal alegría”, tan vivamente que su vozarrón estalló”;

Pág. 15, línea 17, donde dice: “llamada a ser madre, la”, debe decir; “llamada a ser madre; la madre”;

Pág. 17, línea 10, donde dice: “decir “pronto era como”, debe decir: “decir “pronto” era como;

Pág. 21, línea 18, donde dice: “ya sabes que esa”, debe decir: “ya sabes que ésa”;

Pág. 26, línea 9: le falta la sangría de “punto y aparte”;

Pág. 26, línea 27, donde dice: “poderosos?”, debe decir” “numerosos?”.

Pág. 27  línea 27, le falta la raya que antecede al diálogo;

Pág. 30  línea 26, donde dice: “van a matarlo”, debe decir: “van a morir”;

Pág. 30  línea última, le falta la raya que antecede al diálogo; en la misma línea, donde dice “Señor” debe decir “señor”;

Pág. 31, línea 2, al final, donde dice: “pero lo que suceda”, debe decir: “pero lo que le suceda”;

Pág. 41, línea 17, donde dice: “cabañas que habían por allí”, debe decir: “cabañas que había por allí”;

Pág. 48, línea 5, donde dice: “había dejado sus guerreros”; debe decir: “había dejado a sus guerreros”;

Pág. 52, línea 11, donde dice: “El rey no hizo caso;”, debe decir: “El rey negro no hizo caso”;

Pág. 57, falta una coma al final de la primera línea;

Pág. 59, línea penúltima, sobra una coma después de “--? Pero…”;

Pág. 69, línea 3, la última palabra, debe decir “bondadoso” en vez de bondado”;

Pag. 69, línea 20, debe decir “–Bienvenido” en vez de “–Bien venido”;

Pág. 70, línea 7, le falta la raya que antecede al diálogo;

Pág. 75, línea 25, donde dice: “Señor había despertado;”, debe decir: “Señor Dios había despertado;”;

Pág. 79, línea 10, donde dice: “a que eran codiciosos”, debe decir: “a que eran codiciosas”;

Pág. 84, línea 10, donde dice: “En seguida”, debe decir: “A seguidas”;

Pág. 93, línea 15, donde dice: “sobre un camello”, debe decir: “sobre un camello”;

Pág. 92, línea 8, donde dice: “Puesto que lo noche”, debe decir: “Puesto que la noche”;

Pág. 92, línea 27, la palabra “calmudamente” debe ser “calmadamente”;

Pág. 97, remoqueada;

Pág. 100, remoqueada; además, línea 23, donde dice: “¿Me permite ofrecerla...”, debe decir: “¿Me permiten ofrecerles”;

Pág. 101, remoqueada;

Pág. 103, línea 26, donde dice: “hallaba acostumbrado”, debe decir: “hallaba acostumbrada”;

Pág. 104, remoqueada;

Pág. 105, remoqueada; además, línea 26, donde dice: “tono inconfundible del hombre”, debe decir: “tono inconfundible de hombre”;

Pág. 108, remoqueada;

Pág. 109, remoqueada; además, línea 22, donde dicen: “que entonces despertaban y”, debe decir: “que entonces despertaban, y”;

Como Ud. puede advertir, la lista es larga: 36 en 114 páginas de texto esto es, más del 33%. ¿De qué me vale saber escribir si los editores me presentan como un chambón? En cuanto al proyecto de edición en sí, le daré mis razones sobre su pobreza y atraso si le interesan; si no, prefiero callármelas.

Espero a la mayor brevedad su respuesta sobre la anulación del contrato editorial de “David, biografía de un rey”, pues mientras no sepa que ha sido anulado no puedo ofrecerlo a otros editores, cosa que me perjudica, como Ud. comprenderá. A fin de que evitemos dilaciones le informo que esta triste experiencia con “Cuento de Navidad” ha confirmado la sospecha que tuve con la edición de “Cuba, la Isla Fascinante”, libro en el cual hay más de 200 erratas que yo corregí y que no fueron tomadas en cuenta a la hora del tiraje: El David saldrá tan malo como “Cuento de Navidad” y en general todo libro mío en Chile será tratado en igual forma. ¿Quiere Ud. saber la razón? La presencia de operarios comunistas en todos los talleres tipográficos de Chile. ¿O tiene Ud. otra explicación para lo que ha pasado con “Cuento de Navidad”? Estoy seguro de que no la tiene, porque sería inexplicable que una empresa como Zig-Zag careciera de corrector de pruebas.

Haga sus mejores esfuerzos, Dr. Zañartu, porque sea anulado el contrato del David, y se lo sabrá agradecer de veras su amigo, que le saluda con afecto (2).

El editor chileno se disculpa

A vuelta de varios días el doctor Zañartu envió a Juan Bosch una exquisita pieza de diplomacia y seducción. Intentó una disculpa, y al mismo tiempo, se emplea a fondo para conservar al cliente y el contrato editorial con Zig-Zag.

Escribe:

La carta que usted me ha escrito con fecha 4 del corriente y que sólo ahora puedo contestar porque me encontraba haciendo uso de mis vacaciones, me deja sinceramente desolado.

Aunque usted no me crea, dado las cordiales relaciones de amistad que nos unen y la profunda admiración que usted me inspira como escritor, tuve especial cuidado de que apareciera CUENTO DE NAVIDAD en la mejor forma posible.

Nada es más cierto que en materia de gustos no hay nada escrito, y este es el caso en lo que a la presentación del libro se refiere.

Su proyección y diagramación fue encomendada personalmente por mí a Mauricio Amster, que es el profesional más capacitado de nuestro país para esta clase de trabajos y que no solamente goza de reconocido prestigio en chile sino que cuenta con él en el exterior.

Tal es así, que las principales editoriales de Hispanoamérica y España, cuando quieran publicar un libro en la forma más cuidada, recurren a los servicios de él, aún cuando son carísimos.

¿No ha observado usted, por ejemplo, que todas las obras del Fondo de Cultura Económica, de México, son proyectadas por Mauricio Amster?

En este caso respeto su apreciación, pues es posible que usted hubiera esperado otra cosa ¿Tal vez una edición ilustrada para niños? Si era esa su intención lamento sinceramente no haberla interpretado. Efectivamente, este su libro es magnífico para los niños, pero como tal vez yo tengo alma y corazón de niño grande pensé que también era admirable para los niños grandes de 15 a 80 años.

Tal fue mi intención al ordenar la proyección del libro, que le confieso en su presentación me satisface plenamente.

En cuanto a las erratas que usted me dice habrá de señalar, espero con el más vivo interés su envío para cotejarlas.

El libro fue primero acuciosamente corregido por el jefe de nuestra corrección de pruebas. Al decir nuestra corrección de pruebas me refiero a la de Zig-Zag, de la cual puedo enorgullecerme porque es la mejor que existe en América y es reconocida como tal por todos los autores y editores, sin excepción alguna.

Lo lamentable del asunto es que como nuestra capacidad de impresión se encuentra muy reducida, tuvimos que hacer imprimir este libro en otra imprenta que trabaja especialmente para la empresa Ercilla.

Soy el primero en reconocer que sí tienen una corrección de pruebas desastrosa. Tal así, que no confiando en ella no solamente hago revisar los libros por nuestros correctores en galeradas, sino que también en pruebas de trozos y una vez compaginados.

Desgraciadamente, al parecer en este caso nuestras correcciones no fueron  atendidas en debida forma ¿Serán las erratas tan graves como usted dice? Los talleres de la imprenta Hispano-Suiza se encuentran actualmente cerrados por vacaciones, pero se reabren el 1° de marzo próximo. Inmediatamente que esto suceda y reciba las indicaciones que usted me anuncia, haré revisar acuciosamente el original suyo con el libro impreso y cotejarlo con las notas que usted me envíe.

Deseo con toda mi alma que no tenga usted la razón, porque si la tuviera realmente no tengo explicación que darle y solamente asumiría por entero la responsabilidad de lo sucedido, en forma personal, con lo cual mucho me temo que nuestras cordiales relaciones de amistad sufran un serio quebranto.

No deseo en modo alguno dejar sin efecto el contrato de edición de DAVID. Si he dado un traspiés con la publicación de CUENTOS DE NAVIDAD, le ruego encarecidamente me de  oportunidad de reivindicarme ante usted con la edición más cuidada que sea posible hacer de su nueva magnífica obra, que ya se encuentra corregida y que está lista para ser compuesta y esperábamos enviarla a prensa en marzo próximo. ¡Qué desgracia!

Reciba usted un afectuoso saludo y un cordial abrazo de su desolado amigo (3). 

Notas

  1. Enviada por Juan Bosch a su editor Ramón D. Zañartu, a Santiago de Chile, desde la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 4 de febrero de 1957.
  1. Enviada por Juan Bosch a su editor Ramón D. Zañartu, a Santiago de Chile, desde la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 11 de febrero de 1957.
  1. Enviada a Juan Bosch por su editor Ramón D. Zañartu,  desde Santiago de Chile, a  la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 22 de febrero de 1957.

Agradecimiento. Las cartas corresponden al “Archivo de Juan Bosch”, disponible en la web. El óleo de la ilustración presenta a Juan Bosch fumando y en profunda reflexión, durante su estancia en Benidorm, España. Esa obra corresponde a Hendrick Gil, artista plástico dominicano.

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