Blogia
Rafael García Romero

Artículos

El castigo divino del padre Jesús María

El castigo divino del padre Jesús María

Por: Rafael García Romero

El relato «La muerte del padre Jesús María», que figura en el reciente libro de Avelino Stanley titulado «El fabricador de presidentes», está escrito para un público que por el tema que trata nunca tendrá una aceptación unánime. Y, justamente, en esa marca de excepción temática, que de seguro le deparará el destino, radica la inocultable razón de ser de esta historia.

En el título el autor anuncia la muerte del padre Jesús María; y al mismo tiempo lanza un reto a los lectores. Un recurso que de igual forma utilizó Gabriel García Márquez en su novela «Crónica de una muerte anunciada» y que, contrario a lo que se podía pensar, el anuncio de una  muerte, en el título de la obra causó desasosiego, curiosidad e incentivó el interés del lector. 

El escenario, en ese orden, constituyó un apoyo vital a la hora del autor plantearse la escritura de este singular relato. Y resulta tan vital que necesito remontarme al oficio de Juan Bosch y recordar cómo él se apoyó en el uso del escenario desde su primer libro «Camino real», publicado en 1933. En el cuento «La mujer», por ejemplo, el escenario es fundamental en el desarrollo de la trama. Tanto incide el escenario que se incrusta, forma parte de la carne narrativa del cuento, llega a tener tanto valor este recurso que sin Juan Bosch proponérselo lo hace formar parte de una segunda historia en todo el cuento, independiente, firme y sólida. 

El escenario se convierte en la columna firme, en el punto de apoyo con el que empieza el cuento de Bosch; y dice: «La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se le ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco. Tornose luego transparente el acero blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera». Y el escenario, como un péndulo que describe un trayecto, termina la historia: «Pero sobre la gran carretera muerta, totalmente muerta, sólo estaba el sol que la mató. Allá, al final de la planicie, la colina de arenas que amontonaron los vientos. Y cactos embutidos en el acero».

En este relato «La muerte del padre Jesús María», de Avelino Stanley, lo que cuenta y vale desde la primera línea es la idea de un escenario, la preparación, línea por línea de ese escenario y finalmente, el trasmallo de palabras que usa el autor en su tejido narrativo para que el lector visualice de qué se trata ese escenario.

No se trata de hacer geografía narrativa. El escenario constituye esa área de la superficie terrestre escogida intencionalmente para que se convierta en el espacio de interacción de los diferentes personajes presentes en la historia y que tiene el valor de producir una referencia visual para el lector.

Todo escenario está compuesto por elementos que se articulan entre sí y que aparecen en la historia, un cuento, un relato, porque inciden en  la acción humana o el comportamiento psicológico de los personajes.

De ahí que el escenario sea concebido como un espacio organizado a conveniencia del escritor, constituye el marco estético de la actividad humana, forma parte de los nexos reales que necesita el escritor para anclar los personajes en la historia.

¿Qué tipo de escenario utiliza Avelino Stanley? Aquí está. En la página 23 del libro; y dice:

«La ciudad nos recibió cargada de esa tensión a Ángel y a mí; llegamos acompañados de nuestras esposas. Un neumático del vehículo en que veníamos se reventó justo cuando entrabamos al poblado. Mientras lo sustituíamos nos fuimos percatando del ambiente. Los automóviles no cesaban de entrar. La mayoría se veía como gente foránea cuyo propósito central era fingir. Venían con la única intención de simular una multitud inexistente para aparentar que el candidato tenía muchos simpatizantes. Traían de forma visible las banderas del partido que se agitaban según la velocidad del vehículo que las llevaba. Casi todos esos automóviles portaban afiches donde se veía la foto de aquel hombre de sonrisa forzada con más empecinamiento que capacidad y simpatía parta ser presidente».

En fin, se trata, sencillamente, de una caravana política, un tráfico de vehículos con propaganda, bocinas y corifeos que promueven una candidatura presidencial; y  la barahúnda que se monta en el recorrido, los integrantes de la caravana que agitan sus banderas con alboroto por las calles de un pueblo. En algunos puntos recibe el rechazo y la mofa de grupos de desafectos que gritan contra la caravana y la militancia que arrastra. Entre ellos, una jauría silenciosa, hombres de la seguridad del candidato, armados hasta los dientes. Dispuestos a todo.

Una vez montado el escenario el autor pasa a la historia que cuenta y que tiene como objetivo que sucedan dos muertes, dos homicidios. Dos muertes lamentables, dolorosas, de profunda conmoción, vistas de manera abierta, pero una de ellas, debido a la narrativa del personaje central, se convierte en una muerte justiciera, merecida; y hasta secreta e íntimamente celebrada por un personaje que, durante el desarrollo, se revela dañado psíquica y emocionalmente en su niñez.

Las dos muertes están entrelazadas e indisolublemente vinculadas. Tiene que ocurrir la primera para que en el relato se pueda creer y aceptar de manera natural y sin remilgos, la segunda.

En ese tirijala hay un intento de oprobio físico, que no llega a consumarse, pero el daño emocional queda, lacera, permanece durante años como una marca indeleble, como un secreto de vergüenza, un secreto inconfeso y amargo, atrapado en la cabeza de un niño que se revela adulto en toda la historia y que no olvida.

La frase «violador de menores», gritada con fuerza y sin temor, más bien escupida a la cara del cobarde, se convierte en la línea de Pizarro; y todo cesa. El niño recurre a una actitud defensiva, de rechazo violento y agresivo. Así logra salvar su dignidad.

En todo el relato hay varios personajes involucrados: un profesor, dos sacerdotes, una madre enferma, con tres años en cama, el niño de la condición de abuso, un presidente de 12 años en el gobierno, tres esposas, un Artesano, una profesora, un conserje, varios estudiantes, un vendedor de frutas, un anciano con una frase de parlamento: «La desgracia está acechando con una mirada grimosa»; pero solo dos personajes: Ángel y el padre Jesús María tienen nombre.  ¿Por qué? Así lo quiso el autor, sencillamente.

El lector tiene que imaginarse que el niño es huérfano. No tiene padre; o hubo un hombre que dejó en el más espantoso abandono a la mujer y su hijo. Eso no se dice por ninguna parte en el relato. Y tenemos que asumirlo como un dato irrelevante.

En cambio, sí resulta relevante el trabajo de seguimiento que hace el autor con el niño que desde su condición de adulto va contando la historia. Insisto. Se trata de un niño que crece y se hace adulto; y ya adulto se encuentra, por accidente, con la persona que lo dañó y le pregunta:

            –¿Usted no me recuerda, padre?

La pregunta viene a cuento por el tiempo transcurrido. Por la necesidad de refrescarle la memoria al religioso, que ya es un anciano con Parkinson. Y, naturalmente, esquivo, el sacerdote lo niega.

Ajustar las coincidencias también es un recurso del método narrativo para que «La muerte del padre Jesús María» llegue a buen puerto.

 Hay dos disparos de arma de fuego que salen desde la caravana política; y que, justamente, tienen dos destinatarios específicos. Son parte de una balacera para amedrentar a los provocadores, contrarios al candidato presidencial que encabeza la caravana. Esos dos disparos se convierten en el detonante que traza el final y desenlace sorpresivo del relato. Una primera bala tiene un valor homicida, cruel, injusto y doloroso; y el segundo tiro mortal, se convierte en justiciero. Sí, justiciero porque saca de este mundo a una escoria humana, a un gusano que durante muchos años, bajo el amparo de una Biblia, un rosario y una sotana, abusó de niños indefensos a los que acogía como alumnos amparados por una beca en un colegio que funcionaba bajo su responsabilidad.

Y, finalmente, hay que imaginarse cómo nace un nido de reconstructiva paz en un adulto con un corazón de niño mancillado y que luego de ese castigo divino podrá olvidar, definitivamente. Olvidar, olvidar el desagradable oprobio que cargó y calló dolorosamente durante tantos años.

Los tutoriales, ja, ja, ja

Los tutoriales, ja, ja, ja

Por: Rafael García Romero 

Todavía hay muchíiiiiiiisima gente que no sabe lo que es un tutorial. Aquí, desafortunadamente, no se explicará lo que es ésta cosa; y tampoco para qué sirve.

En las redes y plataformas virtuales específicas hay un derroche de tutoriales que me matan de risa. Y, ¿qué ocurre? ¿Por qué exploto de risa? ¿Qué tienen de graciosos? Algunos son muy tontos y miserables, ¿sí? No importa. El punto es que todos están hechos para poner a prueba tu paciencia. A ver si logras llegar hasta el final. El esfuerzo tiene un camino de doble vía. En primer lugar la producción se fundamenta en el estímulo de la curiosidad y el deseo, basándose en las características del propio tutorial; y, tomando en cuenta cierto grado de originalidad.

En segundo lugar que haya conexión. Público. Y el público eres tú. Ah, claro, tan pronto caes en la red te dejas llevar, minuto a minuto, con la idea de que hallarás la ayuda que promete, la información que vende en el título como muy útil y necesaria para descubrir y cultivar un talento propio o desarrollar una habilidad sin límites.

Una vez seleccionado el tutorial empieza todo. A su ritmo va fluyendo de manera correcta, pero en un punto capital del video se corta el fluido y la voz maestra te envuelve con el tema que toques la campanita y de inmediato te conmina, mediante una  solicitud rebosante de respeto y educación, con el propósito de que te hagas socio o miembro permanente de «mi canal».

Y, ¿qué ocurre? La voz maestra te cautiva, más o menos, con esta frase: «Un honor conectar con ustedes. Quiero invitarles a que se suscriban en este momento para poder seguir creciendo. Activa, por favor, la campanita que está debajo de los enlaces».

El internauta, tú, en todo caso, que por primera vez abres un tutorial, te expones a la tentación cuando escuchas: «Amigos, recuerden suscribirse activando la campana de las notificaciones para que se mantengan siempre bien informados». Ahí quedas tú, atrapado como salmón rojo, bicho indefenso. Sí, ¿quién en su sano juicio –transeúnte en el entramado del tiempo, pasajero inmóvil, atrapado en una celda sin barrotes de la aldea global–, no quiere mantenerse bien informado?

Hay otras formas de seducción, de conectar contigo, parte de la comunidad todavía realenga; y, con la promesa de cuidarte, terminan abriéndote las puertas de par en par, como esta trampa de ratón, por ejemplo: «Yo les voy a pedir que se suscriban a mi canal; y que de esa forma ampliemos esta comunidad reflexiva, tocando la campanita».

A mí, de manera particular, me cautivó este: «No te vayas sin dejar tu «Me gusta», o sin suscribirte a mi canal; si te gustó este video, compártelo con otros que anden en búsqueda». ¡Ay, qué belleza!

La confianza en sí mismos de los youtubers con más seguidores –y su estrategia seductora, como tiro de flecha para ganar nuevos adeptos– no tiene desperdicio. Y ésta, breve y sin derroche, cautiva. Te roba el corazón: «Muchas gracias por acompañarme hasta el final. En la pantalla te voy a dejar un botón para que te suscribas a mi canal».

Y ésta, ¿qué tal? Sin duda tiene un buen gancho, a modo de garabato de carnicería; y luce muy abarcadora, ja, ja, ja, como una atarraya de pescador diestro: «Yo les pido que nos ayuden a ampliar esta comunidad de reflexiones  más allá de lo obvio; así que dele a la campanita y comparta estos contenidos con la persona de su predilección».

Son de antología los tutoriales –o tutos. A veces se abrevia de esta forma–, que te ofrecen en menos de cinco minutos la información necesaria para amasar una fortuna como la de Rockefeller, Jeff Bezos, Elon Musk, Mark Zuckerberg o Bill Gates. ¡Abracadabra! ¡Adiós a la pobreza, definitivamente y para siempre!

Hay dueños de canales que son muy excéntricos. Muy incisivos, que sujetos a un llamado «toque personal» se montan en el tren de “marcar tendencia”; y el bombardeo de entregas se hace constante. Y hasta te agobian, porque tratan temas de toda índole. Hay tutoriales que parecen vivir en las redes sociales; sí, tienen carta de residencia permanente. En una línea está la cantidad de visitas –incautos atrapados en un número anónimo, impersonal– y el tiempo de vigencia que tiene colgado. Muestro cuatro ejemplos con menos de una década: «2.5 M. de visitas; hace 7 años», «147,164 visitas; hace 6 años», «107,523 visitas; hace 5 años», «33 M de visitas; hace 3 años». Sencillamente maravilloso. Una inmensa e impresionante fuente de visitas; y de manera silenciosa y efectiva el momento de la monetización llega y reciben, a través de una cuenta de transferencia, pagos fastuosos por el eficaz manejo de «mi canal», luego de contar con más de 100 mil ingenuos suscriptores.

El tutorial, al compás de las letras de la canción «El amor», que, décadas atrás arropó corazones en la voz de Yolandita Monge, llega un momento que: Te hipnotiza, te hace soñar; y sueñas y cedes y te dejas llevar; y te mueve por dentro y te hace ser más… Y te hace viajar en el filo del tiempo; remontando los siglos de mil universos; y te lleva a la gloria y te entrega a la tierra… Un peso en el alma, un sol que se vela, un  porqué, un segundo, un ya sé, una queja. Desbarata tus grandes ideas, te destroza, te rompe, te parte, te quiebra; y te hace ser ese que tú no quisieras... Te hace burla, se ríe de ti…  mientras sigues quieto, sin saber qué decir.

En mi caso personal, estos son los tutoriales que, por razones muy evidentes, les tiro un ojo, pero nunca les dediqué un segundo de mi tiempo: «Diez hábitos sociales de higiene», «Las cinco reglas de oro de una persona realmente honesta», «El fabuloso arte de seducir mientras duermes», «No inviertas tu dinero sin ver este video», «Conozca el teléfono móvil más poderoso», «Los ocho automóviles más duraderos», «Cinco bebidas divinas hechas con whisky», «El arte de sonreír y ser infeliz»,  «Los mejores autos con cajas manuales», «Diez inversiones inútiles que te harán millonario». ¿Suficientes? Hay más: «Catorce maneras de reducir la grasa abdominal sin salir de la cama», «Abono virtual para un espíritu vigoroso», «Conquístala con una mirada silenciosa», «Las campañas publicitarias más horribles» y «Plantas que debes tener en la casa. Son un tesoro». Sí, sí, lo sé. No son los tutoriales más llamativos que hay en la web. Pero no todos tenemos los mismos gustos y bla, bla, bla… En fin, yo sé que hay muchos tutoriales como estos, que se ofrecen a diario a los internautas aficionados.

En un segundo bloque, y con cautela, tomé distancia de algunos tutoriales tentadores. Entre los que leí solo los titulares y descarté están: «Once cosas que las vacas de ordeño nunca toleran», «¿Por qué el whisky es más saludable que un vaso de agua?», «Cinco cosas que los pingüinos nunca dicen», «Ahorrar es horrible», «Haga lo contrario de esto y será feliz», «Compró una casa en ruinas y lo que halló dentro cambió su vida», «Nunca hagas esto en la mañana», «Beneficios de no caminar 30 minutos al día», «Diecinueve gastos innecesarios que te harán rico», «Aléjate fácilmente de ella» y «Seis errores que te llevan a la felicidad».

Y todo eso lo hice sin caer en un aburrimiento crónico.

Las cosas útiles y las inútiles tienen en común que se alimentan de tiempo. Son cronófagas. Aunque solo en parte. No hay un balance real sobre cuál de las dos se lleva a dentelladas la mayor parte de tu vida. A sabiendas de que para una y otra, si ocurriera o no en la misma medida, el tiempo es la única moneda que se pierde en el desfalco.

En cuanto a las noches soleadas o blancas en el norte de Europa.

En cuanto a los ríos artificiales que corren por debajo del desierto, en Egipto.

En cuanto al diamante más caro de la historia, que despierta insomnios y delirios, valorado en 71,2 millones de dólares.

En cuanto a la noticia del momento, increíble, pero incontrovertible, publicada con un titular desplegado a seis columnas.

En cuanto a que si los hombres son de Marte y las mujeres de Venus.

En cuanto a quién se comió mi queso o cómo se ganan amigos. O si el monje, en realidad, vendió su Ferrari.

En cuanto a ese alfeñique de 44 kilos que se convirtió en el hombre más fuerte del mundo. En cuanto a sembrar la cabeza en la tierra, como un avestruz existencialista.

En cuanto a los mejores directores y las películas inolvidables de la última década.

En cuanto a las canciones y las nuevas voces de los baladistas que trae la radio.

En cuanto a que si el hombre habitará, a mediados del presente siglo, una colonia galáctica y de experimento en el planeta Marte.

En cuanto a la vida asegurada y pletórica, al lado de Dios, después de la muerte física.

En cuanto a los precios astronómicos que ahora tienen los cuadros de Leonardo Da Vinci, Peter Paul Rubens, Pierre-Auguste Renoir, Vincent van Gogh, Gustav Klimt, Pablo Picasso, Edvard Munch, Willem De Kooning, Jackson Pollock y Paul Cezanne.

En cuanto al fascinante y moderno automóvil de alta gama del reguetonero de moda.

En cuanto a la artista exquisita, de fama mundial, que se divorció de su esposo, porque luego de seis años juntos descubre que el diamante engarzado en el anillo de bodas era falso.

En cuanto a la mejor canción de jazz de Shirley Horn, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong,  Duke Ellington,  Billie Holiday, Nina Simone, Johnny Hartman, Sarah Vaughan, Miles Davis y Dizzy Gillespie.

En cuanto al más codiciado plato fuerte de la exótica cocina francesa.

En cuanto a volver al pasado y enrolarse en una ruta turística que incluya un plan de visita a las siete maravillas del mundo antiguo.

En cuanto al mejor principio o el poderoso final de un puñado de novelas, como: «Cien años de soledad», «Rayuela», «La familia de Pascual Duarte», «El oro y la paz», «El Jarama», «Soldados de Salamina», «Los miserables», «Crimen y castigo», «Alicia en el país de las maravillas», «Rojo y Negro», «El corazón de las tinieblas», «La letra escarlata», «Almas muertas», «Los hermanos Karamazov», «Marianela y «La Regenta».

En cuanto a la fortuna personal e inagotable de los excéntricos 100 multimillonarios del mundo.

En cuanto a la media vida que se pierde en los desquiciantes entaponamientos de las avenidas, durante las horas pico.

Nada de eso me quita el sueño.

¿Saber o no saber? No pierdo mi tiempo con dilemas. Lo cierto es que la tierra gira alrededor del sol; y esa verdad –hoy irrebatible– casi le cuesta la vida a un hombre célebre, durante un estúpido juicio hecho por la Iglesia, en el Renacimiento.

La abundancia de cosas sustanciales e insustanciales para dilapidar el tiempo no tiene fin, ya lo dijo Carlos Marx en alguna parte de un libro que nunca leí.

En realidad, nada produce más dinero que la industria sin chimenea, montada en el mundo; y cuyo único propósito es incentivar la pérdida o expoliación indolora del tiempo.

Hay ofertas atractivas y novedosas para ti, paquetes familiares con descuentos; y hasta para la multitud anónima y desesperanzada, guarecida en la casa. Van por tu tiempo; y te destrozan parte de tu vida, sin darte cuenta. ¡Vamos! ¡Toca la campanita!

Precaución. Todas estas sandeces que se venden como tutoriales tienen el mismo propósito. Sí, ¿qué hay detrás de todo esto? El objetivo fundamental del conjunto es  solo uno: esquilmarte el tiempo, que tú derroches el oro de tu vida.

En la medida que el tiempo resulta de uso esencialmente humano, su derroche será inevitable; y cuando eso sucede, cuando el tiempo se va por una cañería, ninguna fortuna, por más grande que sea, lo restituye o compensa. Sí, ¡vamos! ¡Anímate! ¡Toca la maldita campana!

Y de mí, ¿qué? Yo soy un rebelde contra el derroche; y de manera específica, alérgico a perder el tiempo leyendo, por ejemplo, las idílicas historias de amor, matrimonios y fastos de celebridades amadas por las redes sociales; o del universo cinematográfico, como el flamante George Cloony; sí, él, que desbordó  a nivel global páginas principales de periódicos y revistas cuando se casó con una ex consejera de la Organización de las Naciones Unidas, llamada Amal Ramzi Alam Uddin; y cuyo nombre, al revés es mala, alma o lama, según el desorden de las letras. Pero bueno, lo más interesante viene ahora: ella estudió derecho y se especializó de manera cuádruple en Derecho Internacional, Derecho Penal, Derechos Humanos y Extradición. ¿Quién se lo imaginaría? Sí, una aquilatada carrera que con el paso del tiempo le sirvió para tener a Julian Assange en su cartera de clientes distinguidos, fundador de WikiLeaks, a quien defendió en sus avatares y penas en el Reino Unido, contra la extradición y el odio.

Y contrario a las aguas bravas que arrastra un río, me doy cuenta que el viaje a través del tiempo y su consumo inequívoco es abstracto, manso, silencioso e incoloro.

El derroche de tiempo, sin darme cuenta, estaba arruinando mi vida.

La vida de Trini López, intérprete de

La vida de Trini López, intérprete de

La vida de Trini López, intérprete de “La Bamba”, se apagó con el coronavirus

Por: Rafael García Romero

Para bailar la bamba / Para bailar la bamba / Se necesita una poca de gracia / Una poca de gracia y otra cosita./ Ay arriba y arriba, ay arriba y arriba./ Yo no soy marinero. Soy capitán. / Soy capitán. Soy capitán.

Cuando Trini López estrenó su célebre y mundialmente famosa canción «If I Had a Hammer», grabada en 1962, yo tenía 5 años; y varios años después recorrería el mundo con una versión de «La Bamba», tema que ya cantaba desde 1958 Ritchie Valens, seudónimo de Richard Steven Valenzuela Reyes, sin duda un pionero del rock and roll en español. No era una edad, la mía, para andar escuchando entonces música funk, soul, jazz, latin, pop o rock and roll.

Trini López nació el 15 de mayo de 1937 en el seno de una familia de inmigrantes. Su padre, Trinidad López era cantante, bailarín y músico ranchero de México, pero se ganaba la vida como obrero. En 1929 se casó con Petra González en su ciudad natal, Moroleón, uno de los 46 municipios del estado de Guanajuato, en México. El matrimonio tuvo seis hijos cuatro niñas y dos varones.

Trini recuerda que en el hogar, durante esos años duros, apenas había suficiente comida para toda la familia. Entre padres e hijos eran ocho miembros.

El padre y la madre, Petra González, eran dos campesinos. De ellos recuerda que trabajaron y lucharon juntos en México para sobrevivir. En una parcela comunitaria «ellos araban la tierra juntos. Mi madre, además, lavaba la ropa en el lugar por paga, para que la familia tuviera ingresos adicionales». Y, de inmediato, reflexiona: «No se puede imaginar lo difícil que fueron esos años del matrimonio cuando ellos vivían en México». A corta edad, debido a esa situación, tuvo que abandonar sus estudios para colaborar al sustento de su familia.

Muy triste esa vida. Vivía cada día atrapado en la pobreza y la desesperanza del hogar, sin saber que le esperaba otra vida. No había un destino cierto. No había indicios. No había una luz en el camino; y la única manera que halló para aportar al sostén de la familia fue usando la guitarra que su padre le había comprado y que le enseñó a tocar. Doce dólares costó, de medio uso, en una tienda de empeños.

En la salita de la casa, él como aprendiz y su padre enseñándole, se sentaban a sacar notas de la guitarra hasta que, finalmente y gracias a la constancia, alcanzó el dominio del instrumento, soltando y poniendo los dedos en las cuerdas con absoluta destreza. Aprendió pronto a tocar y tenía buena voz para el canto. Tocaba en fiestas particulares y  cantaba en recitales escolares. Así empezó su carrera, debido a una necesidad básica: buscando plata para rendir el presupuesto doméstico de la casa.

La familia López González salió de Moroleón y llegó a Estados Unidos en 1936 detrás del sueño americano, pero eran tan humildes que los varones de esa estirpe solo heredaban el nombre. El patriarca se llamaba Trinidad. Y así, atrapado por la vida rural mexicana, traspasó el nombre al hijo. El nieto, de esa forma, terminó llamándose igual que el patriarca y su padre: Trinidad López. A los tres: padre, hijo y nieto les llamaban Trini, en la familia. Y de igual forma el apócope de Trinidad era de uso común entre compadres y amigos.

El nombre para un joven que ya vivía en un suburbio de Dallas, Texas, hijo de dos inmigrantes mexicanos, no sería ningún obstáculo. De manera que su nombre completo era Trinidad López González. El problema de su denominación originaria vendría con su entrada al mundo del espectáculo, muchos años después. Ya que Trini López no era un nombre apropiado para un artista latino inclinado a interpretar canciones en inglés.

El apego a sus raíces lo hizo pasar por momentos muy engorrosos. El propio Trini López cuenta que comenzó su carrera musical actuando en un circuito de clubes de la costa oeste de los Estados Unidos, donde, de manera paulatina, adquirió fama.

Una noche, al final de su presentación, se le acercó un agente del espectáculo con el fin de contratarlo e impulsar su carrera de cantante. Eso incluía la grabación de su primer disco. Había una condición: tendría que cambiar su nombre por uno más artístico, digno de un público estadounidense. Trini López no aceptó. El hijo de un inmigrante no se puede dar el lujo de perder el único lazo verdadero que tiene con sus orígenes. Y él se aferró con todas sus fuerzas a su nombre y apellidos: Trini López González. Aunque el segundo apellido, de su madre Petra, lo anuló solo para los fines artísticos.

Dos noches después el agente volvió al club y le ofreció un contrato.

A mediados de junio de 1963 hizo su debut en Nueva York con su propia orquesta de compuesta por once músicos. Entre ellos estaba su hermano Jesse López González; y luego hizo tienda aparte y se ganó la vida como animador.

El apoyo de Frank Sinatra

Trini López para esos años, aunque tenía un poquito de gracia, todavía no bailaba «La Bamba». Aun le faltaba «otra cosita». Y esa otra cosita le llegó una noche cualquiera, y que Frank Sinatra la convirtió en una fecha memorable para el curso inequívoco de esta historia.

El encuentro entre los dos ocurrió, sencillamente, de esta forma: el joven e impetuoso artista ya se había establecido en el sur de California y consiguió un puesto regular en el club P.J. en West Hollywood. Sinatra lo vio cantando y se le acercó. Hablaron y de esa primera conversación salió un primer contrato con su nuevo sello discográfico. A través de ese sello López tuvo su primer éxito con «If I Had a Hammer». La canción se escuchaba de manera permanente en las más importantes emisoras de la época y encabezó las listas de popularidad en más de 50 países.

La amistad con Frank Sinatra le garantizó a Trini López un espacio en los casinos de Las Vegas y ganó fama en los programas de variedades de la televisión.

En 1962 ya Sinatra tenía un sitio muy sólido en el mundo del espectáculo. Basta con citar un acontecimiento sin precedentes. En marzo de ese mismo año grabó un  programa de televisión donde él  y Elvis Presley aparecieron juntos. Sinatra pagó 100 mil dólares a Elvis por una canción cantada a dúo y dos o tres canciones solo, en ocho minutos de actuación.

Frank Sinatra tenía 47 años cuando conoció a Trini López. La Voz, como se le conocía, ya había remontado vuelo en los grandes escenarios, con una carrera artística que tenía más de dos décadas. En ese periodo cuenta su éxito radiofónico con el programa «El show de Frank Sinatra» que llegaba a los radioescuchas de manera simultánea por distintas emisoras. El programa se mantuvo en el aire durante catorce años; y Trini López, que empezaba su ascenso, había cumplido 26 años.

La Voz recibió multitud de premios y homenajes, entre los que se cuentan diez premios Grammy, otorgados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas; y la Medalla de la Libertad por parte del gobierno estadounidense.

En cuanto a Trini López, ya en 1963 había recibido una nominación al Grammy como «Artista revelación del año». Ese mismo año hizo de contraparte en un espectáculo donde se presentaron los Beatles, en el Teatro Olympia de París.

Hollywood le abrió las puertas y probó su fortuna como actor de cine sin alcanzar el éxito. Su primer papel en un filme fue en «Marriage on the rocks», en 1965, donde apareció junto a Frank Sinatra y Dean Martin. Participó en la película «Los doce del patíbulo», con el papel del presidiario Pedro Jiménez. Su director, Robert Aldrich, con un reparto estelar, hizo la producción en Inglaterra en 1966; y luego, en 1973, actuó en «Antonio». Además, interpretó las canciones «Lemontree» y «La Bamba» en la película «Poppies are also flowers», de 1966, en la que trabajó con actores de gran fama como Omar Sharif, Rita Hayworth, Marcello Mastroianni y Grace Kelly.

El artista vivió gran parte de su vida de Hollywood entre relaciones amorosas espaciadas que no llegaban a consumarse en matrimonios. Nunca tuvo hijos. «Siempre fui un solitario». Independientemente de esa confesión tuvo grandes compañías pasajeras o amores de trayecto breve. Entre ellas conoció y mantuvo un romance con la actriz Sandra Giles en 1963, conocida como «Bomba rubia», hasta que comenzó una relación con la actriz, bailarina y cantante estadounidense Joey Heatherton, tres años después. Un año más tarde, en 1967, se le vio de manera pública en compañía de Susan Denberg, modelo y actriz germano-austríaca, cuyo verdadero nombre era Dietlinde Zechner. Durante varias décadas un manto de silencio cubre la vida amorosa de Trini López. En cambio, ayudó, protegió y se mantuvo cerca de sus sobrinos, hijos de sus cinco hermanos.

El álbum debut de Trini se hizo con todas las canciones grabadas en vivo. Don Costa, que lo dirigió, también escogió el título: «Trini López live at PJ’s». Entonces para la grabación del álbum, dentro del club se ubicaron de manera estratégica los micrófonos de ambiente con el propósito de recoger la algazara y la ovación de la multitud. El álbum, a través del tiempo, quedó como testigo melódico de la época, con la esencia y la experiencia en vivo de esa primera salva de aplausos que cautivó Trini López.

Ese primer álbum: «Trini López live at PJ’s» en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en un sólido éxito de repercusión internacional. Había formado con el club un contrato de cinco años, pero montado en la ola del éxito se presentó allí durante ocho años.

En muy  pocas ocasiones interpretó «If I Had a Hammer» o «La Bamba», sin el acompañamiento de su guitarra. Y en muchas presentaciones en el estrado de los músicos empezaron a tocar con él un grupo mayor de lo habitual.

Durante toda su carrera hizo 62 álbumes (y claro, la mayoría en Inglés). Si entramos en detalle podemos citar: «Trini Live at Pj’s», «More Live at Pj’s», «Trini Now», «The Whole Enchilada», «Trini at Basin Street», «Trini Greatest Hits», «Trini in London»,  y «Welcome to Trini Country». En español cantó «La Bamba, «Cuando calienta el sol», «Guantanamera», «Yo el solitario», y «Nunca en domingo».

De acuerdo a las crónicas de la época, se presentó en un estadio de Berlín ante un público variado de 23 mil personas. En Buenos Aires se repitió el fenómeno el 15 de marzo de 1965, pero con una asistencia cerca de 60 mil personas. Todos pagaron el precio de la boleta para verlo cantar «If I Had A Hammer» y «La Bamba». Esa canción la interpretó siempre con el espíritu elevado, alegre; y ponía en lo alto sus orígenes, en comunión con su amado país, México.Una escena que se repitió en Holanda, España, Italia, Inglaterra, Canadá y hasta en Australia, Nueva Zelanda y, oh Dios mío... también en Beirut.

Sin duda «La Bamba» se convirtió en su canción insignia. Y las tantas veces que la  interpretó siempre lo hacía con el espíritu elevado, alegre. Ante el público, cuando la ocasión lo ameritaba, hacía un pequeño discurso y ponía en alto su origen latino, en comunión con sus padres y México, el amado país que siempre llevaba en el corazón.

Una de sus últimas apariciones en vivo fue en 2013 en Maastricht, la capital de la provincia de Limburgo. Entonces participó como invitado en la grabación del DVD “André Rieu & Friends” e interpretó «If I Had a Hammer», con el acompañamiento de 50 músicos y un coro de 10 vocalistas. Con esa canción y su guitarra Trini López le dio la vuelta al mundo 54 veces.

Algunas distinciones

En 2003 fue incorporado en el Salón Internacional de la Fama de la Música Latina; figura en el Paseo de Las Estrellas, en Las Vegas. Y también tiene una estrella tanto en el Paseo de la Fama de Palm Springs como en Hollywood.

Trini López murió el domingo 11 de agosto de 2020, a la edad de 83 años, a causa de complicaciones de la Covid-19, en el Centro Médico Regional Desert en Palm Springs, California. Uno de sus últimos proyectos fue la canción “If by now”, concebida para recaudar fondos para los bancos de alimentos que entregan comida gratuita a las personas afectadas por la pandemia.

Al final de su vida Trini López solo era un anciano alegre que cantaba «If I Had a Hammer» con una voz todavía enérgica, pero distinta a la que tuvo en su juventud de 1964, cuando interpretó esa canción por primera vez.

Y yo, con las vueltas que ha dado el mundo, ya no soy ese niño de 5 años. Ahora, en esta etapa de mi vida, y agobiado por tantas horas de encierro fruto de las restricciones impuestas por la pandemia, escucho de manera muy frecuente música funk, soul, jazz, latin, pop o rock and roll. La música, sin duda, es un estimulante y eficaz alimento para revitalizar el alma.

Zola: el fotógrafo interior

Zola: el fotógrafo interior

Por Rafael García Romero

Émile Zola. El escritor, padre del naturalismo, era dos veces fotógrafo. Con dos amores e hijos en una de las dos casas patriarcales que tuvo. Distantes, una de la otra, en París. Fotógrafo, primero, a través de la palabra y la publicación profusa de importantes novelas; y segundo, con el uso, casi tan obsesivo como la escritura, de una cámara Box 7 de 1890, y que siempre llevaba consigo.

No hay fotógrafo sin el uso constante de una cámara fotográfica. Así que Zola se equipó adecuadamente con su Box 7, considerada la cámara más revolucionaria para su tiempo. En este modelo las carcasas estaban hechas de cartón forrado de cuero negro y el objetivo es de foco fijo.

No fue la única.

El escritor, con el paso del tiempo y en la medida que aumentaba su pasión, compró una docena de cámaras de distintos modelos; y hasta llegó a montar tres laboratorios –en Medan, París y Villennes–. Allí preparaba artesanalmente las placas, en el cuarto oscuro de los laboratorios; y él mismo revelaba las fotos. Hizo más de 7 mil fotografías, pero solo se conservaron menos de la mitad. ¿Los dos amores? dividía su tiempo entre su casa en Médan, al noroeste de París, donde residía con su esposa, Alexandrine Meley, algo mayor que él, sin el privilegio de tener descendencia; y su segunda residencia en Verneuil-sur-Seine, solo unos cinco kilómetros al norte, donde vivía su amante, una vendedora de lencería llamada Jeanne Rozerot, a la que conoció en su propia casa, ya que la joven y esbelta costurera de 21 años, acompañaba a su esposa Alexandrine en esas sofisticadas labores vespertinas de costura y dedal. Ella, con el tiempo, fue la madre de sus dos hijos: Jacques y Denise. (Alexandrine se enteró de su relación a través de una carta anónima. Nunca quiso concederle el divorcio, aunque años después tuvo un gesto de gran humanidad. Ocurrió que tras la muerte de Jeanne, adoptó a Denise y Jacques. El escritor ya había muerto, de esta forma los hijos se convirtieron en herederos legales de Zola). ¿Y por qué lo sé? Soy un viajero. Entro a voluntad en olas del tiempo que me llevan a épocas específicas de la humanidad. Eso me permite enterarme de detalles que no figuran en la historia. Así yo sé por qué los hijos de Zola no aparecen en su literatura. O las razones que tuvo para mantenerlos lejos de los ojos de su entorno. Tanto la madre como los dos hijos estaban dentro de una burbuja y formaban parte de su intimidad blindada. Ese, hasta un día, fue el secreto mejor guardado de su vida. En cambio, era muy dado a hacer fotos de ellos muy constantemente. Dejó innumerables testimonios gráficos.

Su afición a la fotografía fue fruto de una cordial conspiración. Su editor, Georges Charpentier, quien también era fotógrafo, encabezó para el propósito una coalición de amigos en la que entró el pintor Fernand Desmoulin y el entonces alcalde de la ciudad de Royen, Victor Billaud. Ellos  lo llevaron al campo de la fotografía. De manera que algo que empezó como un pasatiempo se convirtió rápidamente en una práctica seductora y apasionante. En esa actividad se enroló a los 48 años, pero se entregó a ella plenamente cuando ya era un hombre de  más de medio siglo, a los 54 años. Dedicó tanto tiempo que terminó dominando a la perfección la técnica de tomar fotos y el manejo con sobrada pericia del laboratorio. Allí pasaba varias horas, a veces con un ayudante, en los afanes del revelado.

Con el pintor Paul Cézanne compartió las vicisitudes y los avatares nocturnos de una vida bohemia en el París de los impresionistas. Allí, entre tertulias y  copas, conoció a  los pintores Monet, Renoir y Pissarro. No es una coincidencia que algunas fotografías suyas, como la de Jeanne con su sombrilla en la carretera de Verneuil, nos recuerdan uno que otro cuadro de Claude Monet.   

El escritor siempre mantuvo distante al fotógrafo. Dos seres inconexos, en apariencia, uno del otro, pero que tenían en común el manejo del tiempo, las circunstancias y las situaciones específicas que tejen tanto la mecánica de sus novela como el tema de sus fotografías. Esta situación nunca lo obnubiló. De tal forma que siempre concibió la literatura como su actividad fundamental, y con total independencia de la fotografía. Más allá de su entorno familiar, ¿qué interés tuvo Zola como fotógrafo? Dejó muchas pruebas. Sobre todo muchas imágenes de París de los años 1890 –una capital que se haría universal por la Torre Eiffel, que recién empezaba su construcción– y su exilio por su actitud veleidosa y de orden público en el caso Dreyfus en Londres. (Zola, en enero de 1898, publicó en el diario L´Aurore una carta abierta al presidente de la República, François Félix Faure, el famoso manifiesto “Yo acuso” en defensa del capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, de origen judío alsaciano, vinculado cuatro años atrás a un supuesto espionaje en favor de Alemania, que nunca se probó; y por el soldado que fue condenado a cadena perpetua bajo el estigma de un delito fatal y oprobioso para la época: alta traición a la patria). Esa transterración resultó otra ventana digna para ensanchar su horizonte como cronista visual. Su atención se enfocó en paisajes marítimos y escenas de calle. Escenas que ya traía con él, fruto de las andanzas por cafés parisinos, y ámbitos marcados por el instinto de su mirada. En cada encuadre buscaba lo natural. Toda su atención se volcaba en los avatares de la vida simple. En su aparente e inalterable curso. En él no había mayor intención que atrapar la fidelidad de un momento. En su personal preferencia entraron los paisajes, suntuosas mansiones, gente anodina, transeúntes. Trabajó, en una serie citadina, y de manera enfática se concentró en escenas de lo urbano con el mismo encuadre en diferentes estaciones del año; y en otras de mayor recogimiento e intimidad, que incluyen retratos de la familia.

No importa la cantidad o los temas cotidianos y los diversos matices de su intimidad que atrapó (registró a sus amigos, pintores, escritores, poetas; a su familia, construcciones, trenes y animales, mascotas propias y ajenas). Se trata de fotos, testimonios de un oficio, imágenes que le sobreviven y podemos apreciar parte de un talento inimaginable, descubierto cuando ya era un hombre entrado en años, pero que no tendrían ningún valor o atractivo, si las hubiera hecho un ciudadano cualquiera de Francia. El valor agregado lo tienen porque Zola, ya como el escritor y padre del naturalismo, tomó la cámara y le robó un precioso tiempo a la literatura para dedicarlo a la fotografía.

El escritor, a los 62 años, tuvo un destino adverso, independientemente de que estaba en la cúspide de su gloria. Murió inesperadamente, asfixiado por el monóxido de carbono de una estufa con la chimenea obstruida, el 29 de septiembre de 1902, en París. De ese episodio, Alexandrine Meley, que estaba junto a él, salvó milagrosamente la vida. Y luego, ¿qué pasó con la colección de imágenes? ¿Qué sería de ellas de no haber sido tomadas por Zola? Todas esas imágenes habrían quedado cubiertas por un pesado manto de silencio y olvido. Pero no. Con su muerte, también de la viuda, en 1925, la ley de la heredad trazó el camino. Y todo lo del célebre novelista pasó a la custodia de su hijo Jacques; y, por supuesto, el lote de fotografías, se mantuvo en la familia hasta que, con el deceso del hijo, todas las fotos pasaron a manos de su nieto François Emile, quien descubrió el valor agregado que, en términos económicos, la fama y el apellido Zola le daba a la colección. Así que, en la primera oportunidad, vendió ese patrimonio por una suma muy atractiva.

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

(5 de 5)

Por Rafael García Romero

(Donde el autor cuenta qué hizo para hallarle editor a su primera obra biográfica “David, biografía de un rey”,  que publicó fuera del país y que apareció en varios idiomas durante su exilio. Son cartas que tienen, o van a tener 50 años de haber sido escritas por los autores involucrados)

No hay forma de explicar y comprender de manera objetiva un periodo tan excitante como ese de varias décadas que permaneció Juan Bosch en el exilio –y de manera específica en su condición de escritor–, si no se recurre a las múltiples historias y episodios que palpitan en una multitud de cartas escritas y enviadas desde todos los países que lo acogieron. Son cartas que hablan de cómo debió emplearse a fondo y vencer múltiples batallas para salir a camino y llevar una vida de dignidad y decoro para él y su familia.

En varias de esas cartas se cuenta la historia del origen de “David, biografía de un rey” una de las obras emblemáticas de Juan Bosch, y de su vasta producción la que primero encontró un traductor. Así que de manera temprana pudo ser leída en otros idiomas. El libro alcanzó un éxito desde su primera edición, halló, contario a otros, un buen traductor y, sobre todo, resultó un gran apoyo económico y aliciente emocional para sus amargos y difíciles días de exilio.

Aquí, en estas cartas está parte de la historia dura y amarga de una biografía que Juan Bosch escribió con mucha ilusión, confiado en que hallaría el destino que había pensado desde el primer momento que la concibió. No resultó así, pero al correr de los años la suerte le sonrió y terminó convirtiéndose en una puerta hacia una comunidad de lectores angloparlantes.

La primera versión del libro la termina de escribir el 26 de septiembre de 1956, pero luego viaja a  Israel para darle los toques finales a la obra. El escritor tenía entonces su domicilio en La Habana, Cuba; y un año después, con un contrato firmado para publicar la obra en Chile, le escribe a su editor, con un inocultable aire de indignación:

Al llegar hoy a La Habana he encontrado su carta del 22 de diciembre del año pasado, la copia que me corresponde del contrato editorial de “David, biografía de un rey”, y un ejemplar de “Cuento de Navidad”.

A primera vista, la impresión que me produjo “Cuento de Navidad” no pudo ser peor. El proyectista de la impresión confundió ese libro con un estudio sobre el desarrollo de la minoría o con una tesis doctoral y escogió el tipo, la distribución de cuerpo y márgenes apropiados para trabajos de esa índole, no para un cuento infantil. Pero al proceder a la lectura la impresión se trasformó en desoladora: No hay derecho hacer con mi cuento lo que ha hecho Zig-Zag, ni a ningún lector se le puede cobrar dinero por ofrecerle una edición plagada de errores tan graves que le hacen perder el sentido a lo escrito. Lo menos que yo esperaba de Zig-Zag es que tuviera un corrector de pruebas, no que se confiara al linotipista que compone el material.

La indignación lo hace tomar una decisión que atentaría contra la primera edición de su libro biográfico; y le responde al editor:

Con esta lamentable experiencia a la vista, le ruego, mi estimado doctor Zañartu, que use sus buenos oficios para que me sean devueltos los originales de “David, biografía de un rey”, cuya publicación no puedo confiar a Ercilla. Para el caso le envío la copia del contrato, a fin de que ésta y el original sean debidamente anulados y se me devuelvan ambos. Espero que sea posible hacer esto sin perjuicios para la Empresa; pero en última instancia prefiero que los tenga Ercilla y no yo. En el caso de “Cuento de Navidad”, Ud. no es capaz de imaginar de qué cuantía son los que me está causando el descuido, realmente increíble, con que fue editado (1).

El editor, desde Chile, le responde:

La carta que usted me ha escrito con fecha 4 del corriente y que sólo ahora puedo contestar porque me encontraba haciendo uso de mis vacaciones, me deja sinceramente desolado.

Aunque usted no me crea, dado las cordiales relaciones de amistad que nos unen y la profunda admiración que usted me inspira como escritor, tuve especial cuidado de que apareciera CUENTO DE NAVIDAD en la mejor forma posible.

Nada es más cierto que en materia de gustos no hay nada escrito, y este es el caso en lo que a la presentación del libro se refiere.

Su proyección y diagramación fue encomendada personalmente por mí a Mauricio Amster, que es el profesional más capacitado de nuestro país para esta clase de trabajos y que no solamente goza de reconocido prestigio en chile sino que cuenta con él en el exterior.

Tal es así, que las principales editoriales de Hispanoamérica y  España, cuando quieran publicar un libro en la forma más cuidada, recurren a los servicios de él, aún cuando son carísimos.

¿No ha observado usted, por ejemplo, que todas las obras del Fondo de Cultura Económica, de México, son proyectadas por Mauricio Amster?

En este caso respeto su apreciación, pues es posible que usted hubiera esperado otra cosa ¿Tal vez una edición ilustrada para niños? Si era esa su intención lamento sinceramente no haberla interpretado. Efectivamente, este su libro es magnífico para los niños, pero como tal vez yo tengo alma y corazón de niño grande pensé que también era admirable para los niños grandes de 15 a 80 años.

Tal fue mi intención al ordenar la proyección del libro, que le confieso en su presentación  me satisface plenamente.

En cuanto a las erratas que usted me dice habrá de señalar, espero con el más vivo interés su envío para cotejarlas.

El libro fue primero acuciosamente corregido por el jefe de nuestra corrección de pruebas. Al decir nuestra corrección de pruebas me refiero a la de Zig-Zag, de la cual puedo enorgullecerme porque es la mejor que existe en América y es reconocida como tal por todos los autores y editores, sin excepción alguna.

Lo lamentable del asunto es que como nuestra capacidad de impresión se encuentra muy reducida, tuvimos que hacer imprimir este libro en otra imprenta que trabaja especialmente para la empresa Ercilla.

Soy el primero en reconocer que sí tienen una corrección de pruebas desastrosa. Tal así, que no confiando en ella no solamente hago revisar los libros por nuestros correctores en galeradas, sino que también en pruebas de trozos y una vez compaginados.

Desgraciadamente, al parecer en este caso nuestras correcciones no fueron  atendidas en debida forma ¿Serán las erratas tan graves como usted dice? Los talleres de la imprenta Hispano-Suiza se encuentran actualmente cerrados por vacaciones, pero es reabren el 1r° de marzo próximo. Inmediatamente que esto suceda y  reciba las indicaciones que usted me anuncia, haré revisar acuciosamente el original suyo con el libro impreso y cotejarlo con las notas que usted me envíe.

Deseo con toda mi alma que no tenga usted la razón, porque si la tuviera realmente no tengo explicación que darle y solamente asumiría por entero la responsabilidad de lo sucedido, en forma personal, con lo cual mucho me temo que nuestras cordiales relaciones de amistad sufran un serio quebranto.

No deseo en modo alguno dejar sin efecto el contrato de edición DE DAVID.   Si he dado un traspiés con la publicación de CUENTOS DE NAVIDAD, le ruego encarecidamente me de oportunidad de reivindicarme ante usted con la edición más cuidada que sea posible hacer de su nueva magnífica obra, que ya se encuentra corregida y que está lista para ser compuesta y esperábamos enviarla a prensa en marzo próximo ¡Qué desgracia!

Reciba usted un afectuoso saludo y un cordial abrazo de su desolado amigo (2).

Acuse de recibo en Chile de “El David”

Recibo el nuevo original de DAVID que llega muy a tiempo, pues precisamente estaban revisando el anterior para iniciar la composición de la obra.

Puede tener la seguridad de que se comprobarán las fuentes de las citas por la obra que nos indica.

En próximo correo volveré sobre el particular (3).

El autor se presenta y ofrece el libro en Nueva York

Soy un escritor de la América Latina bien conocido en los países de lengua española como autor de cuentos, novelas y biografías.

He terminado recientemente una biografía de David, el rey de Israel, que es la primera biografía de ese personaje que se escribe en cualquier idioma sobre bases estrictamente históricas, sin participación de la fantasía.

El manuscrito se halla en español y tiene unas 85.000 palabras, así como dos mapas, que yo mismo tracé, señalando los lugares de Israel vinculados a la vida del rey.

Deseo saber si a Uds. Pueda interesarles una obra de esa naturaleza, entendiendo de antemano que David no figura en mi libro como personaje religioso, sino como político, guerrero, poeta, padre, amigo, amante, estadista, rey; en suma, como el fundador de una dinastía y organizador del reino de Israel.

Les anticipo, además, que deseo entregar los originales sólo sobre la base de un porcentaje en las ventas y que estoy dispuesto a llegar a acuerdos para la publicación del libro en otros idiomas, en la exposición del español y del hebreo. Para la edición hebrea me hallo en correspondencia con la Editorial “Ayanot”, de Tel-Aviv (4).

Carta al editor Juan Liscano

Te envío la nota que me mandaste a Madrid y una versión mía según a mí me gustaría que saliera. Como verás, hay muy contadas y ligeras modificaciones a la tuya.

Te envío también la respuesta a Seghers, y quisiera que tuvieras la gentileza de explicarle que aprovecho que te debía carta para despacharla bajo tu sobre, pues así me ahorro un franqueo aéreo, que en Cuba es muy alto.

¿Podrías preguntarle a Shegers si le interesaría mi novela “El Oro y la Paz”, y en caso afirmativo cuáles condiciones me ofrecería? Por otra parte, ¿por qué no lees el David? La versión que te mandé no es la misma que tenía Couffon, pues numerosas enmiendas en detalles y en la forma de expresión La han mejorado mucho el libro. Es muy probable, además, que el lector de Shegers en cuyas manos cayó no fuera el más apropiado para juzgarlo. Yo soy consciente, Juan Liscano, y te aseguro que el David es uno de esos libros que se escriben pocas  veces; no sólo por que como biografía da el curso de la vida del personaje con toda claridad, y porque abundan los esclarecimientos en puntos clave de la historia del héroe; sino porque los caracteres de todos los personajes están bien delineados y se ve con claridad el papel de esos caracteres en los hechos.

Por sí sola, la vida de David es de un interés enorme: dramática, rica en sucesos y en enseñanza, fecunda en complicaciones de tipo psicológico. Por último, ésa es la única biografía de David que se haya escrita en cualquier lenguaje, y para que te des cuenta del interés que has despertado en la propia Israel, te copio un párrafo de una carta procedente de Tel-Aviv que acabo de recibir. Dice: “Hablé con el representante literario de la editoral “Aynot”, señor Katzenelson, y éste me informó que su obra “David” fue leída por un escritor que domina castellano, el cual también como yo está entusiasmado por ésta su obra clásica y recomendó calurosamente su publicación”. El autor de ese párrafo es un lector de “Ayanot”, llamado Avrham Shmuel Juris.

Como ves, ya estoy en Cuba, Libre del agobiante clima de España, país del cual ha tomado posesión la tristeza. En cuanto a mi tierra, tu amigo Trujillo se halla ahora metido en un lío grave, el asesinato de un aviador norteamericano. Tu otro amigo, el gordo Marcos, está pensando, según noticias que me llegan de Puerto Rico, seguir el ejemplo del Perú. ¿Nos estaremos acercando a una nueva hora de América? Creo que sí.

Nota: Hay dos erratas en El Indio: Pág. 29, última línea que habla aimará; debe decir: “que hablaba aimrá: pág. 46, línea 17: “alzar la voz, gestionando a veces”; debe decir: “alzar la voz, gesticulando a veces”.

Seghers no me habla nada de pagar; yo no lo menciono en mi carta. Pero supongo que está sobrentendido, porque mi oficio es escribir y de eso vivo. (5).

Juan Bosch a su editor de Chile

Tuve el gusto de recibir ayer su carta del 22 de febrero, que por lo visto fue escrita antes de que llegara a sus  manos la mía del 11 de ese mes en la cual iba una larga lista de las erratas de “Cuento de Navidad. Como no he dado una segunda lectura al libro no puedo decirle si hay más erratas, pero como soy el peor corrector del mundo es muy probable que haya algunos más.

No solamente creo, sino estoy seguro de que Ud. trató de dar la mejor presentación a  “Cuento de Navidad”, sólo que encomendó el trabajo al Sr. Amster, que es un buen proyectista de portadas y un buen calculador del número de letras que puedan entrar en una página, pero nada más, Ahí tiene Ud. “La Isla Fascinante”; para leerla hay que destruir el libro, porque el Sr. Amster no tomó en cuenta detalles que el proyectista de un libro tiene que conocer, como por ejemplo grueso del tomo una vez impreso, si va a ser cosido, engrampado o encolado, o para un libro fino. En el caso de “Cuento de Navidad” aplicó la misma distribución del material que para “La Isla Fascinante” a pesar de que eran temas distintos y tipográficamente no podían parecerse un libro de 260 páginas y uno de 110. “Cuento de Navidad”, porque era un libro pequeño, necesitaba cuerpo, y por tanto un tipo de imprenta que diera más páginas y un papel menos prensado. La misma excesiva cantidad de margen al exterior y abajo hace todavía más ridícula la distribución, ya de por sí pequeña debido al tipo escogido por el Sr. Amster.

Hace 25 años,  Manuel Altolaguierre creó en España el estilo “Verónica” que usa el señor  Amster. Era bueno para versos, porque les quitaba la monotonía de la impresión al centro, y bueno para prosa en tipo de cuerpo, de 12 arriba y abierto, con puntos de hojitas y adornos de ese tipo. Pero fracasó para libros corrientes. Ahora lo he hallado en chile impuesto por el Sr. Amtter.

Es una moda española que no cuajó. Jamás ha ganado adeptos en el mundo una moda española porque el gusto de nuestra medre patria no es precisamente bueno.

Hoy otro aspecto de la proyección: la falta de datos sobre el tema o en el autor. Yo supongo, y se lo digo con toda seriedad, que de cada mil posibles lectores latinoamericanos, 975 deben ignorar quién es Juan Bosch. En “Cuento de Navidad” se da por descontado que yo tengo tanto nombre como Shakespeare o Cervantes y que el tema de “Cuentos de Navidad” se conoce tanto como el de “Hamlet” o “Don Quijote”. Ernest Hemingway es premio nobel; pues bien, compre Ud. cualquier libro de Hemingway editado en el año 1956 y verá en la contraportada –por que la solapa no se usa ya debido a que encarece el libro– unas frases diciendo quien es el autor y qué tema trata en la obra. El comprador se anima a comprar  con esa recomendación. A propósito de Hemingway le sugiero comprar un ejemplar de “El Viejo y el Mar” editado en la Argentina hará dos años y verá qué libro salió, tipográficamente hablado, de un cuento que tiene el largo, más o menos, de “Cuento de Navidad”. Como proyecto de edición, este último tiene una sola cosa buena: la portada. Pero con una condición: que sólo puede gustar a adultos de gusto muy fino. No es una portada para ventas grandes.

Ahora va el aspecto de las erratas. Yo me pregunto cuándo volverá a comprar un libro mío el lector que me leyó por vez primera en “Cuento de Navidad. Pues teniendo Zig-Zag el crédito de que su departamento de corrección… (Cortada en el original) (6).

Una carta da cuenta de dos ediciones del “David”, para República Dominicana. Escribe Julio D. Postigo a Juan Bosch:

Recibí las pruebas de “DAVID” y ya estoy en contacto con Peguero hijo.

Hace muchos días visité a dos de sus hermanas, entregándole la nota que Ud. envió conmigo. Posteriormente ellas me han llamado diciéndome que no habían localizado ninguno de sus libros.

Ya había pensado hacer algunos ejemplares en edición de lujo como se hizo en la primera edición de “DAVID”. (7).

Meses después le escribe a Miguel A. Peguero (8), notificándole:

Postigo me hizo saber que ya está terminada la segunda edición del “David”, pero no la he visto. Es importante que le digas a Postigo que de los dos tomos de cuentos debe encuadernar siquiera cien de cada uno igual que el “David”, a fin de tener una pequeña colección pareja (9).

En la carta que reproduzco a continuación el autor presenta el libro a la consideración de Benno Wiser, quien trabajaba en el departamento Latinoamericano de la Agencia Judía para Palestina, con el propósito de que la agencia Judía se hiciera cargo de la edición del libro “bien en español, bien en inglés, bien en otras lenguas”.

Allí le explica:

Supongo que debo a Ud. el servicio de que se me envíe la revista “Israel y América Latina”, que recibo y leo con todo interés. Como digo a menudo, ignoro si provengo de raza judía, pero estoy seguro de que tengo alma judía. Otros reconocen a Grecia o a Roma como los lugares de su origen psíquico; yo declaro que si alguna vez nací fue en la tierra de Judá, por los días de Samuel. El año pasado estuvo allá y reconocí como mía esa patria; sentía crecer, como si yo mismo les hubiera sembrado, los pinos y los naranjales que van poblando las colinas de Jerusalén y los arenales de la costa, y a menudo me sorprendo evocando la vista de Halfa desde el Monte Carmelo o las arboladas avenidas de Tel-Aviv.

La inexplicable sensación de haber vivido muy conscientemente otros tiempos en Palestina fue para mí muy viva sobre todo durante el tiempo que emplee en escribir “David, biografía de un rey”, la única biografía, hasta donde yo sepa, que se ha escrito sobre el afortunado monarca judío. Este libro, escrito el año pasado, esta inédito porque mi experiencia con los editores de la lengua española es la peor imaginable: en el 99 por ciento de los casos son gente sin honorabilidad, que engañan sin conciencia a los escritores, pero tuve la buena suerte de poder anular el contrato, después de mucha lucha, antes de que el libro entrara en prensa, escamado por la publicación de otro libro mío que habían hecho en diciembre pasado. Al ver ese libro, plagado de erratas y editado con olvido total de los acuerdos que habíamos firmado, me negué a que publicara el “David”. Por otra parte, las editoriales latinoamericanas, fieles a la tradición de las españolas, jamás liquidan a los autores.

Ud. dirá que a qué viene que yo le hable de mis pugnas con los editores en español; es que quiero adelantarme a cualquiera idea suya es el sentido de que ofrezca el libro a las editoriales hebreas en español que hay en México y en Buenos Aires.

Mi biografía de David, por lo demás, no es un libro ortodoxo, cosa que disgusta a los judíos de la diáspora, más ortodoxos que la generalidad de los que viven en Palestina. Al lograr establecer el año aproximado del nacimiento de David –que con uno o dos de diferencia fue el de la exaltación de Saúl al reinado–, y consecuentemente poder ordenar en el tiempo la vida de David –de manera que me fue posible determinar cuándo, y en qué  orden, se dieron los hechos de su vida–, hallé que muchos de esos hechos, como el combate con Goliat, jamás se habían producido; que otros, achacados a razones divinas, tenían origen puramente político; y a pesar de que en la biografía la figura de David resulta fascinante –no por méritos del escritor, desde luego, sino del héroe–, tengo la presunción de que una gran parte de los judíos de la diáspora preferirían una biografía de David ajustada a la concepción ortodoxa.

Sin embargo yo estoy contento del libro. En David se resume toda la historia de la Humanidad: era poeta, músico, guerrero, amante, padre apasionado, estadista; tenía un atractivo tan grande que sedujo a sus contemporáneos y sigue seduciendo a los hombres tres mil años después de su muerte. Por lo demás, a su alrededor se movieron grandes caracteres, figuras representativas de las pasiones humanas, como Saúl, Samuel, Jonatán, Joab, Betsabé, Absalón. Tuve la buena suerte de que en todos los casos los caracteres de esas personas quedaran bien delineados en el libro, y en consecuencia, los hechos a que dieron lugar las luchas entre ellos.

Todo se dio en la vida de aquel gran rey: el amor, el interés político, la generosidad, la crueldad, la humildad, la bondad, la ambición. Y sin duda tenían un destino, que era el de su pueblo. Hay en su historia momentos de verdadera grandeza y horas de ternura conmovedora. Ninguno de los héroes griegos llegó a su altura ni tuvo su sorprendente y humana complejidad.

Una copia a maquinilla del libro está actualmente en New York, en manos de la editorial Alfred A. Knopf, Inc, 501, Madison Avenue. Le envié allí para ver si podía interesar para ser traducida al inglés. Si a Ud. le interesa leerla yo escribiría a Knopf para que se la entregaran. Tal vez la agencia Judía tenga manera de editar el libro, bien en español, bien en inglés, bien en otras lenguas. Quizá Ud. podría ponerse en contacto con algún agente interesado en ese tipo de libros.

De ninguna manera, eso sí, pretende esta carta sobrecargar sus obligaciones con algo personal. Si le he escrito tan largamente sobre esta biografía, es porque el héroe es David y entiendo que David debe interesarle a Ud. tanto como a mí. Pero si no le interesa, no crea que va a disgustarme diciéndomelo (10).

La publicación del libro

El tiempo pasó y finalmente, en 1962, se conoce la primera edición de “David, biografía de un rey”.

La primera edición en República Dominicana de “David: biografía de un rey” se hace en1963, a través de Colección Pensamiento Dominicano; y un año después, Julio D. Postigo hace la segunda edición, a través de la  Librería Dominicana, en 1964. Tiene  313 páginas. En 1965 la editorial Chatto &​ Windus publica dos ediciones en Londres. Tiene 224 páginas; y para 1966 lo publica la editorial Hawthorn Books, en Nueva York. La traducción de “David, biografía de un rey” la hizo John Marks, y se edita bajo el título de “David, The Biography of a King”.

En 1967 se publicó de nuevo el libro en Madrid, España. Está hecho en tapa dura, con sobrecubierta ilustrada con una imagen del rey David. Tiene 326 páginas y lo sacó la Editorial CID, a través de su “Colección Yunque”.

Notas

1. Enviada por Juan Bosch a su editor Ramón D. Zañartu O. Santiago de Chile, desde la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 4 de febrero de 1957.

2. Carta enviada por Ramón D. Zañartu a Juan Bosch, que vivía en la  Calle 30, n° 2508, altos, Mariano, La Habana, Cuba, el 22 de febrero de 1957.

3. Carta enviada por Ramón D. Zañartu a Juan Bosch, que vivía en Embajadores 92 3ro. Izquierda, Madrid, España, el 30 de enero de 1957.

4. Enviada por Juan Bosch a Doubleday & Company, Inc., Garden City, New York, que entonces vivía en la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 11 de febrero de 1957.

5. Enviada por Juan Bosch a Juan Liscano, que entonces vivía en la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 12 de febrero de 1957.

6. Enviada por Juan Bosch al editor de Zig-Zag, doctor Ramón O. Zañartu, que entonces vivía en la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 2 de marzo de 1957.

7. Enviada por Julio D. Postigo a Juan Bosch, quien la recibe en San Juan, Puerto Está fechada en Santo Domingo. El 13 de febrero de 1964.

8. A Miguel A. Peguero lo conoció Juan Bosch cuando los dos trabajaban como dependientes de la Casa Lavandero y luego en la Casa Font Gamundi, en el periodo 1923-1927. Era el primer empleo de Bosch en Santo Domingo. En 1933, seis años después, publicaría su primer libro: “Camino real”. La imprenta El Progreso hizo la impresión. El libro tiene, en esa edición, 152 páginas.

9. Enviada por Juan Bosch desde San Juan, Puerto Rico a M.A. Peguero Hijo. Santo Domingo. El 8 de agosto de 1964.

10. Enviada por Juan Bosch al Sr. Benno Wiser (Depto. Latinoamericano de la Agencia Judía para Palestina, 16 East, 66th, St., New York 21, N.Y. EE.UU. de A.), que entonces vivía en la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 7 de octubre de 1957.

Agradecimiento. Las cartas corresponden al “Archivo de Juan Bosch”, disponible en la web. El óleo de la ilustración figura Juan Bosch en profunda reflexión, Esa obra corresponde a Hendrick Gil, artista plástico dominicano.

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

(4 de 5)

Por Rafael García Romero

(Donde el autor pone en blanco y negro una singular historia que devela el cuadro de vicisitudes que vivió con un editor de Chile, luego de hacer contacto con él y firmar contrato para poner en marcha sus planes de publicar en el extranjero su “Cuento de Navidad”. Son cartas que tienen, o van a tener 50 años de haber sido escritas por los autores involucrados)

Hay dos cuentos que además de ser muy extensos, cuentan dos historias muy singulares. Son “El indio Manuel Sicuri” y “Cuento de Navidad”. Uno y otro tienen en común que forman parte del conjunto narrativo que escribió Juan Bosch durante su exilio.

El autor tuvo un particular apego por el segundo, ya que estaba convencido que era un cuento excepcional en su producción, pensado, escrito e idealizado para un público lector infantil y juvenil. Ese norte de que los niños hallaran una lectura rica en los valores originarios del mundo, un mundo creado por Dios y donde el nacimiento de Jesús constituye uno de los capítulos más iluminadores, hizo que Juan Bosch dedicara gran parte de su tiempo a buscarle un editor adecuado, que lo acercara, a través de una edición especial, con una tipografía adecuada e ilustraciones tópicas, a ese sector idealizado por él.

La vida real está llena de caminos absurdos y decisiones dolorosas, que cuestan lágrimas negras y se transforman en un océano de frustración que llena el alma. Los grandes sueños de sintonía que tuvo el autor con este “Cuento de Navidad” no se concretizaron. La historia no tuvo un final feliz. Las cartas cruzadas por él y su editor de entonces hablan por sí solas de la gran decepción de Juan Bosch. Adelanto que en cada línea de estas cartas se transparenta un escritor indignado, vejado, herido en su más profunda sensibilidad de creador.

El escritor tenía entonces su domicilio en La Habana, Cuba; y esciribió:

Al llegar hoy a La Habana he encontrado su carta del 22 de diciembre del año pasado, la copia que me corresponde del contrato editorial de “David, biografía de un rey”, y un ejemplar de “Cuento de Navidad”.

A primera vista, la impresión que me produjo “Cuento de Navidad” no pudo ser peor. El proyectista de la impresión confundió ese libro con un estudio sobre el desarrollo de la minoría o con una tesis doctoral y escogió el tipo, la distribución de cuerpo y márgenes apropiados para trabajos de esa índole, no para un cuento infantil. Pero al proceder a la lectura la impresión se trasformó en desoladora: No hay derecho a hacer con mi cuento lo que ha hecho Zig-Zag, ni a ningún lector se le puede cobrar dinero por ofrecerle una edición plagada de errores tan graves que le hacen perder el sentido a lo escrito. Lo menos que yo esperaba de Zig-Zag es que tuviera un corrector de pruebas, no que se confiara al linotipista que compone el material. Y a  fin de que Ud. no tome como exageración lo que digo, le envío el ejemplar de “Cuento de Navidad” que Ud. tuvo la gentileza de mandarme, con las correcciones que le he hecho en una sola lectura.

Como entiendo que un autor está llamado a cobrar porcentaje sobre la venta de su libro tienen que cuidarse de que esas venta le proporcione los beneficios a que es acreedor, y como entiendo que la venta de la edición de “Cuento de Navidad” no puede ser buena porque el libro es tipográficamente defectuoso, en perjuicio de su calidad literaria, me veo en el caso de desautorizar la venta de esa edición y de reclamar que para hacer otra se escoja un proyectista de ediciones que sepa su oficio y sea capaz de apreciar qué diferencia hay entre una conferencia científica y un cuento infantil; que se publique lo que he escrito, no lo que un linotipista entienda que he escrito.

Con esta lamentable experiencia a la vista, le ruego, mi estimado doctor Zañartu, que use sus buenos oficios para que me sean devueltos los originales de “David, biografía de un rey”, cuya publicación no puedo confiar a Ercilla. Para el caso le envío la copia del contrato, a fin de que ésta y el original sean debidamente anulados y se me devuelvan ambos. Espero que sea posible hacer esto sin perjuicios para la Empresa; pero en última instancia prefiero que los tenga Ercilla y no yo. En el caso de “Cuento de Navidad”, Ud. no es capaz de imaginar de qué cuantía son los que me está causando el descuido, realmente increíble, con que fue editado.

No pierdo la esperanza de que en alguna oportunidad Ud. y yo seamos más afortunados en nuestras relaciones comerciales, y, desde luego, en manera alguna deseo que las personales puedan ser afectadas por la infeliz intervención del personal técnico de Zig-Zag, que en lo que se refiere a mí ha actuado con lujosa desaprensión (1).

Pruebas para anulación de contrato

El tamaño de la indignación de Juan Bosch se puede ver en la carta que sigue, donde expone, con un trabajo mecanográfico muy escrupuloso, la prueba que justifica su explosión emocional.

Veamos:

A fin de economizar gastos de franqueo aéreo he decidido no enviarle el ejemplar de “Cuento de Navidad” corregido, como le anunciaba en mi carta del 4 de este mes, sino que le señalaré las siguientes erratas:

Pág. 7 (que es la primera de texto), línea 4: donde dice: “los lados, toda era luz, debe decir: “los lados, todo era luz”;

Pág. 7, línea 17, donde dice: “pequeños de todos mundos”, debe decir: “pequeños de todos los mundos”;

Pág. 11, línea 19, donde dice: aún. El mismo,”, debe decir: “aun Él mismo”;

Pág. 12, línea 11, donde dice: “eso será fácil”, debe decir: “eso era fácil”;

Pág. 14, línea 3, donde dice: “pero lo dijo estalló”, debe decir: “pero lo dijo con tal alegría”, tan vivamente que su vozarrón estalló”;

Pág. 15, línea 17, donde dice: “llamada a ser madre, la”, debe decir; “llamada a ser madre; la madre”;

Pág. 17, línea 10, donde dice: “decir “pronto era como”, debe decir: “decir “pronto” era como;

Pág. 21, línea 18, donde dice: “ya sabes que esa”, debe decir: “ya sabes que ésa”;

Pág. 26, línea 9: le falta la sangría de “punto y aparte”;

Pág. 26, línea 27, donde dice: “poderosos?”, debe decir” “numerosos?”.

Pág. 27  línea 27, le falta la raya que antecede al diálogo;

Pág. 30  línea 26, donde dice: “van a matarlo”, debe decir: “van a morir”;

Pág. 30  línea última, le falta la raya que antecede al diálogo; en la misma línea, donde dice “Señor” debe decir “señor”;

Pág. 31, línea 2, al final, donde dice: “pero lo que suceda”, debe decir: “pero lo que le suceda”;

Pág. 41, línea 17, donde dice: “cabañas que habían por allí”, debe decir: “cabañas que había por allí”;

Pág. 48, línea 5, donde dice: “había dejado sus guerreros”; debe decir: “había dejado a sus guerreros”;

Pág. 52, línea 11, donde dice: “El rey no hizo caso;”, debe decir: “El rey negro no hizo caso”;

Pág. 57, falta una coma al final de la primera línea;

Pág. 59, línea penúltima, sobra una coma después de “--? Pero…”;

Pág. 69, línea 3, la última palabra, debe decir “bondadoso” en vez de bondado”;

Pag. 69, línea 20, debe decir “–Bienvenido” en vez de “–Bien venido”;

Pág. 70, línea 7, le falta la raya que antecede al diálogo;

Pág. 75, línea 25, donde dice: “Señor había despertado;”, debe decir: “Señor Dios había despertado;”;

Pág. 79, línea 10, donde dice: “a que eran codiciosos”, debe decir: “a que eran codiciosas”;

Pág. 84, línea 10, donde dice: “En seguida”, debe decir: “A seguidas”;

Pág. 93, línea 15, donde dice: “sobre un camello”, debe decir: “sobre un camello”;

Pág. 92, línea 8, donde dice: “Puesto que lo noche”, debe decir: “Puesto que la noche”;

Pág. 92, línea 27, la palabra “calmudamente” debe ser “calmadamente”;

Pág. 97, remoqueada;

Pág. 100, remoqueada; además, línea 23, donde dice: “¿Me permite ofrecerla...”, debe decir: “¿Me permiten ofrecerles”;

Pág. 101, remoqueada;

Pág. 103, línea 26, donde dice: “hallaba acostumbrado”, debe decir: “hallaba acostumbrada”;

Pág. 104, remoqueada;

Pág. 105, remoqueada; además, línea 26, donde dice: “tono inconfundible del hombre”, debe decir: “tono inconfundible de hombre”;

Pág. 108, remoqueada;

Pág. 109, remoqueada; además, línea 22, donde dicen: “que entonces despertaban y”, debe decir: “que entonces despertaban, y”;

Como Ud. puede advertir, la lista es larga: 36 en 114 páginas de texto esto es, más del 33%. ¿De qué me vale saber escribir si los editores me presentan como un chambón? En cuanto al proyecto de edición en sí, le daré mis razones sobre su pobreza y atraso si le interesan; si no, prefiero callármelas.

Espero a la mayor brevedad su respuesta sobre la anulación del contrato editorial de “David, biografía de un rey”, pues mientras no sepa que ha sido anulado no puedo ofrecerlo a otros editores, cosa que me perjudica, como Ud. comprenderá. A fin de que evitemos dilaciones le informo que esta triste experiencia con “Cuento de Navidad” ha confirmado la sospecha que tuve con la edición de “Cuba, la Isla Fascinante”, libro en el cual hay más de 200 erratas que yo corregí y que no fueron tomadas en cuenta a la hora del tiraje: El David saldrá tan malo como “Cuento de Navidad” y en general todo libro mío en Chile será tratado en igual forma. ¿Quiere Ud. saber la razón? La presencia de operarios comunistas en todos los talleres tipográficos de Chile. ¿O tiene Ud. otra explicación para lo que ha pasado con “Cuento de Navidad”? Estoy seguro de que no la tiene, porque sería inexplicable que una empresa como Zig-Zag careciera de corrector de pruebas.

Haga sus mejores esfuerzos, Dr. Zañartu, porque sea anulado el contrato del David, y se lo sabrá agradecer de veras su amigo, que le saluda con afecto (2).

El editor chileno se disculpa

A vuelta de varios días el doctor Zañartu envió a Juan Bosch una exquisita pieza de diplomacia y seducción. Intentó una disculpa, y al mismo tiempo, se emplea a fondo para conservar al cliente y el contrato editorial con Zig-Zag.

Escribe:

La carta que usted me ha escrito con fecha 4 del corriente y que sólo ahora puedo contestar porque me encontraba haciendo uso de mis vacaciones, me deja sinceramente desolado.

Aunque usted no me crea, dado las cordiales relaciones de amistad que nos unen y la profunda admiración que usted me inspira como escritor, tuve especial cuidado de que apareciera CUENTO DE NAVIDAD en la mejor forma posible.

Nada es más cierto que en materia de gustos no hay nada escrito, y este es el caso en lo que a la presentación del libro se refiere.

Su proyección y diagramación fue encomendada personalmente por mí a Mauricio Amster, que es el profesional más capacitado de nuestro país para esta clase de trabajos y que no solamente goza de reconocido prestigio en chile sino que cuenta con él en el exterior.

Tal es así, que las principales editoriales de Hispanoamérica y España, cuando quieran publicar un libro en la forma más cuidada, recurren a los servicios de él, aún cuando son carísimos.

¿No ha observado usted, por ejemplo, que todas las obras del Fondo de Cultura Económica, de México, son proyectadas por Mauricio Amster?

En este caso respeto su apreciación, pues es posible que usted hubiera esperado otra cosa ¿Tal vez una edición ilustrada para niños? Si era esa su intención lamento sinceramente no haberla interpretado. Efectivamente, este su libro es magnífico para los niños, pero como tal vez yo tengo alma y corazón de niño grande pensé que también era admirable para los niños grandes de 15 a 80 años.

Tal fue mi intención al ordenar la proyección del libro, que le confieso en su presentación me satisface plenamente.

En cuanto a las erratas que usted me dice habrá de señalar, espero con el más vivo interés su envío para cotejarlas.

El libro fue primero acuciosamente corregido por el jefe de nuestra corrección de pruebas. Al decir nuestra corrección de pruebas me refiero a la de Zig-Zag, de la cual puedo enorgullecerme porque es la mejor que existe en América y es reconocida como tal por todos los autores y editores, sin excepción alguna.

Lo lamentable del asunto es que como nuestra capacidad de impresión se encuentra muy reducida, tuvimos que hacer imprimir este libro en otra imprenta que trabaja especialmente para la empresa Ercilla.

Soy el primero en reconocer que sí tienen una corrección de pruebas desastrosa. Tal así, que no confiando en ella no solamente hago revisar los libros por nuestros correctores en galeradas, sino que también en pruebas de trozos y una vez compaginados.

Desgraciadamente, al parecer en este caso nuestras correcciones no fueron  atendidas en debida forma ¿Serán las erratas tan graves como usted dice? Los talleres de la imprenta Hispano-Suiza se encuentran actualmente cerrados por vacaciones, pero se reabren el 1° de marzo próximo. Inmediatamente que esto suceda y reciba las indicaciones que usted me anuncia, haré revisar acuciosamente el original suyo con el libro impreso y cotejarlo con las notas que usted me envíe.

Deseo con toda mi alma que no tenga usted la razón, porque si la tuviera realmente no tengo explicación que darle y solamente asumiría por entero la responsabilidad de lo sucedido, en forma personal, con lo cual mucho me temo que nuestras cordiales relaciones de amistad sufran un serio quebranto.

No deseo en modo alguno dejar sin efecto el contrato de edición de DAVID. Si he dado un traspiés con la publicación de CUENTOS DE NAVIDAD, le ruego encarecidamente me de  oportunidad de reivindicarme ante usted con la edición más cuidada que sea posible hacer de su nueva magnífica obra, que ya se encuentra corregida y que está lista para ser compuesta y esperábamos enviarla a prensa en marzo próximo. ¡Qué desgracia!

Reciba usted un afectuoso saludo y un cordial abrazo de su desolado amigo (3). 

Notas

  1. Enviada por Juan Bosch a su editor Ramón D. Zañartu, a Santiago de Chile, desde la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 4 de febrero de 1957.
  1. Enviada por Juan Bosch a su editor Ramón D. Zañartu, a Santiago de Chile, desde la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 11 de febrero de 1957.
  1. Enviada a Juan Bosch por su editor Ramón D. Zañartu,  desde Santiago de Chile, a  la calle 30, No. 2508, altos, Marianao, La Habana, Cuba. La carta está fechada el 22 de febrero de 1957.

Agradecimiento. Las cartas corresponden al “Archivo de Juan Bosch”, disponible en la web. El óleo de la ilustración presenta a Juan Bosch fumando y en profunda reflexión, durante su estancia en Benidorm, España. Esa obra corresponde a Hendrick Gil, artista plástico dominicano.

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

(3 de 5)

Por Rafael García Romero

(Donde el autor cuenta qué hizo para reunir en tres volúmenes todos sus cuentos, tanto los que escribió en República Dominicana como los que publicó fuera de país y que, con anterioridad, aparecieron en varios libros de la época. Son cartas que tienen, o van a tener 50 años de haber sido escritas por los autores involucrados)

Juan Bosch tomó la iniciativa por los años sesenta de dividir su producción narrativa en dos etapas; y esa decisión se convirtió, con el paso del tiempo, en tres libros emblemáticos. En un primer volumen figura la parte que publicó en el país: “Cuentos escritos antes del exilio”; y otra más extensa, que escribió en el extranjero, en los dos siguientes: “Cuentos escritos en el exilio” y “Más cuentos escritos en el exilio”.Desde entonces se publican y reimprimen bajo estos tres títulos todos sus cuentos.

La iniciativa tomó cuerpo a partir de una carta que le envió a M.A. Peguero Hijo, que dice:

Tal vez tú recuerdes mejor que yo cuándo empezaron a publicarse cuentos míos. Debe haber sido en 1928-1929, cuando Elio Alcántara estaba en el “Listín”. De todas maneras, como se publicaron solo en ediciones dominicales, y el trabajo de revisarlas no es tan largo como si se tratara de ver las ediciones diarias, tal vez tú puedas ayudarme en este propósito: buscar los cuentos que no sean los que van en la lista que te mando, y hacer que  esos que no están en la lista sean copiados por algún mecanógrafo a quien le giraré lo que tú acuerdes con él.Pero además del “Listín” debes revisar “Bahoruco”, a partir de 1931. Ahí se publicaron varios cuentos míos que no figuran en libros. (Digo 1931, incluido ese año) y una revista que se llamó “Alma Dominicana”. Necesito ese material para preparar un tomo de “Cuentos escritos antes del Exilio”. De esa manera, todos mis cuentos quedarán reunidos en tres tomos, con más o menos unas 800 páginas (1).En esa fecha ya estaban publicados los dos volúmenes de cuentos anteriores. Y le recomienda a Peguero: Acuérdate de repasar las pruebas de “Más cuentos escritos en el exilio”. (Julio D.) Postigo me hizo saber que ya está terminada la segunda edición del “David”, pero no la he visto. Es importante que le digas a Postigo que de los dos tomos de cuentos debe encuadernar siquiera cien de cada uno igual que el “David”, a fin de tener una pequeña colección pareja.

En la nota, al pie de la carta, el autor escribe una advertencia: los siguientes cuentos no deben copiarse, pues los tengo: La mujer, Revolución, Papá Juan, Sombras, El alzado, La pájara, El algarrobo, Forzados, El cuchillo, Cundito, Guaraguaos, La sangre, Lucero, Lo mejor, San Andrés, Bumbo, La negación, Camino Real, Dos pesos de agua, La verdad, Chucho, El cobarde, El resguardo, Piloncito, La pulpería. En total 25 cuentos; y todos figuran en el último libro de la triada que publicó: “Cuentos escritos antes del exilio”.

En una segunda carta le escribe planteándole la misma idea a otro amigo de la época; y que además, le ayudaba con alguna bibliografía interesante, y que solicitaba constantemente Bosch para sus investigaciones fuera del país.En esa carta que dirige el escritor a Emilio Rodríguez Demorizi (2) informa sobre la impresionante demanda de sus obras, que gracias a la “Librería Dominicana”, se publican en el país, al mismo tiempo que busca editores en los distintos países donde sienta residencia temporal. Allí plantea Juan Bosch: (Julio D.) Postigo acaba de anunciarme que la semana que viene saldrá un nuevo libro mío: “Más cuentos escritos en el exilio”. En el “Listín Diario” y en la revista “Bahoruco” hay una serie de cuentos míos publicados, si mal no recuerdo, a partir de 1928 o 1929 en el “Listín”, y a partir del 1931 en “Bahoruco”. ¿Podrías tú ayudarme en la recopilación de ese material que necesitaría para un tercer libro: “Cuentos escritos antes del exilio”?La carta resulta reveladora, ya que muchos críticos, bibliógrafos e historiadores contemporáneos de la literatura podrían tener la idea falsa de que esos libros fueron publicados de acuerdo a un orden rigurosamente cronológico. No resultó así. Aquí podemos observar que los primeros cuentos publicados en República Dominicana, y que corresponden a “Cuentos escritos antes del exilio”, fueron recogidos en el último libro de la serie; y cómo el autor no solo tuvo la iniciativa, sino que además orquestó el trabajo de recopilación para, finalmente, reunir toda su narrativa.

En la carta enviada a Don Schmidt (3), un importante editor norteamericano, Bosch revela cuál era su producción literaria hasta ese momento.

Escribe: La lista de mis libros de cuentos es la siguiente: “Camino real”, “Dos pesos de agua”, “Ocho cuentos”, “La muchacha de la Guaira”, “Cuento de Navidad”. En “Cuentos escritos en el exilio” aparecen cuentos que figuran en “Dos pesos de agua”, en “Ocho cuentos”, en “La muchacha de la Guaira y el “Cuento de Navidad”. En este momento la Librería Dominicana, calle Mercedes, Santo Domingo, República Dominicana, está lanzando al mercado otro volumen llamado “Más cuentos escritos en el exilio”, también con cuentos de “Dos pesos de agua”, “Ocho cuentos” y “La muchacha de la Guaira”; y el año que viene se publicará “Cuentos escritos antes del exilio” en que figurarán los cuentos de “Camino real”, “Dos pesos de agua, otros de “Ocho cuentos” y varios que no han sido editados en ningún volumen.

A eso agrega: Otros libros míos son: “Bolívar, biografía para escolares”, “David, biografía de un rey”. Los dos textos puede conseguirlos en la Librería Dominicana. Ensayos o estudios: “Judas Iscariote, el calumniado”, “Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo”, “crisis de la democracia en América en la República Dominicana”, “Cuba, la isla fascinante”; creo que los cuatro puede conseguirlos en la misma librería. De “La Mañosa” (novela) e “Indios” (ensayo histórico) no puede conseguir ya ejemplares en ninguna parte.

En una última parte de esa carta agrega que están sin publicar: “El Oro y la Paz” (novela) y “Orígenes y resultados de la guerra social venezolana de 1812-1814” (estudio histórico), dos libros que he escrito en estos últimos meses.

El libro “Orígenes y resultados de la guerra social venezolana de 1812-1814” sería publicado varios años después con el título definitivo de “Simón Bolívar y la guerra social”.

Hay una autobiografía muy interesante en esa carta enviada a Don Schmidt y que Juan Bosch escribió así: Nací en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, hijo de padre catalán y de madre puertorriqueña. Mi padre que había llegado al país como albañil era un pequeño comerciante cuando nací. Mi primer exilio comenzó en Puerto Rico en el año 1937 y se prolongó 24 años durante los cuales viví en varios países de América, sobre todo en Cuba, Venezuela, Chile, Costa Rica, Bolivia y México. De ahí que en mi obra haya temas de varios países latinoamericanos.La idea editorial de Juan Bosch resultó tan revolucionaria que todavía hoy se mantiene la misma fórmula de presentación y mercadeo para la publicación de los cuentos del autor de “La Mañosa”. Todo sigue igual, salvo por el diseño de la portada y la variedad de imágenes de las ediciones modernas, que inicialmente, remitía a un sentido dominicano, debido a los rombos sobrepuestos rojo, blanco y azul, que se convirtieron en el emblema de las primeras ediciones durante décadas.El tiempo ha demostrado la eficacia de ese criterio de reunión del conjunto narrativo; y resultó tan sólida y poderosa que veremos a “Cuentos escritos antes del exilio”, “Cuentos escritos en el exilio” y “Más cuentos escritos en el exilio” publicados y reimpresos por muchos años.

Notas 

  1.  Enviada por Juan Bosch desde San Juan. PR. a M.A. Peguero Hijo, que vivía en República Dominicana. Está fechada el 8 de agosto de 1964).
  2. Juan Bosch envió la carta desde Río Piedras, Puerto Rico, a Emilio Rodríguez Demorizi, Calle Mercedes, Santo Domingo, República Dominicana. Está fechada el 17  de noviembre, 1964).
  3. Enviada por Juan Bosch desde Río Piedras, Puerto Rico, a Don Schmidt, a la dirección 950 Lincoln St.Wooster Ohio, United States. Está fechada el 17 de noviembre de 1964).

Agradecimiento. Las cartas forman parte del “Archivo de Juan Bosch”, disponible en la web. El óleo de la ilustración, donde figura Juan Bosch con su característico pelo blanco,  rodeado de nubes; y corresponde al laureado artista plástico dominicano Miguel Núñez.

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

Juan Bosch: cartas escritas en el exilio

(2 de 5)

Por Rafael García Romero

(Donde el autor cuenta cómo escribió la versión definitiva, en 13 días, de su novela “El oro y la paz”, en Puerto Rico; y que originalmente empezó a escribir en Cuba, luego de trabajar apuntes tomados en Bolivia en 1955 y Chile en 1956. Son cartas que tienen, o van a tener 50 años de haber sido escritas por los autores involucrados)

El primer coloquio sobre “El Oro y la Paz”, de Juan Bosch, lo organizó el intelectual y académico, Bruno Rosario Candelier cuando se dio a conocer la primera edición dominicana de la novela. La actividad contó con la participación de Adriano Miguel Tejada, Cipriano Ibáñez, Amiro Cordero Saleta, y Apolinar Núñez. En su momento cada uno de los  ponentes escogió un tema sobre esa importante obra del escritor vegano, y que desarrolló en el lapso de 20 minutos. Ese encuentro contó con la presencia del autor, Juan Bosch.

El acto se celebró en Moca, en el Teatro Don Bosco, el 21 de marzo de 1976. Eran los días en que Juan Bosch estaba inmerso en la formación ideológica del Peledeísmo con el ideal liberador y la orientación ética de su visión social y política.

El texto que leyó Bruno Rosario Candelier en el coloquio fue publicado en su libro “La narrativa de Juan Bosch”, y que afortunadamente tengo en mi biblioteca.

En torno a esa novela hay una historia que no conocía Bruno Rosario Candelier y nadie del panel, a la hora de hacer ese coloquio; y que tampoco reveló Juan Bosch esa noche. Se trata de cómo reescribió la obra hasta llevarla a la versión que se conoce hoy en día, luego de “trece días de trabajo febril” en Puerto Rico.

La carta que transcribo resulta altamente reveladora; y con ella, pongo punto final a esta parte sobre los orígenes de esta segunda y última novela escrita en 1957 y publicada, cosa curiosa, en 1975, fecha que se consigue invirtiendo los dos últimos años de la fecha original de cuando la escribió su autor en Cuba.

La carta dice así:

Si ustedes no fueran escritores estarían pensando que desde los días de Adán no ha nacido hombre más ingrato que yo, pero como son escritores se explicarán mi silencio o cuando les diga que entre el día 13 y ayer, día 25, reescribí –y prácticamente escribí de nuevo– “El Oro y la Paz”; y a fin de que hablen por mí los papeles –para hacer bueno el cuento del árabe: “ Papelitos Hablan”–pongo al correo junto con esta carta, pero en paquete separado, una copia del manuscrito original, tal como ha salido en esos trece días de trabajo febril.

Voy a contarles la aventura: Suprimí varios capítulos de la versión original; unos los reduje a párrafos que dispersé dentro de otros capítulos, otros fueron aniquilados como enemigos malos; la totalidad del libro fue reducida página por página suprimiendo todo lo que me pareció superfluo. ¿Por qué? Pues porque he querido darle a la novela el mismo interés que tienen las novelas de detectives o policiales, conservar al mismo tiempo los valores psicológicos que faltan en este tipo de novelas, acentuar la tensión del cuento en un ensayo de técnica cuentística para muchos capítulos, y a la vez preservar los valores filosóficos que me propuse tratar en el libro.

Todo esto puede dar por resultado un híbrido, y los híbridos tienen virtudes y sus defectos, como podemos ver en el ser humano que es un híbrido del demonio y de los ángeles. Pero en la fiebre del trabajo a mí no me han resultado fácil discernir si mi híbrido es malo o peor; y por eso se lo envío a Abel para que lo lea y me diga: “Te equivocaste, Juan; no es peor, es peorísimo”. Pero si a pesar de eso cree que Knopf puede publicarlo –¿y por qué no, si en el mundo se hacen todo los días cosas malas y hasta se cometen crímenes? –, que le pase el manuscrito –o mecanoscrito, para ser verídico—a Cameron, cuya dirección no tengo.

Puede que ustedes hallen algunas faltas y erratas, lo cual se explica porque yo soy mecanógrafo de oídas. Por favor, si hay alguna gruesa, me la anotan para corregirla. Y ya acabo con “El Oro y la Paz”.

Ahora voy a la paz sola, a la paz sin límites que disfruté—y disfrutamos todos los de la tribu Bosch—en West Woods. Tal vez sólo de una manera podría decirlo: West woods y el cariño de ustedes, la generosidad y finura de ustedes, me quitaron años de arriba y me sacaron de las venas un cansancio viejo que venía arrastrando desde no sé cuándo, y en su lugar pusieron una luz que da alegría y da entusiasmo y necesidad de crear algo bello.

Ayer llegaron las fotos, ¿y saben ustedes cuál fue la que más me gusto? Pues la de la casa; porque la casa era el paisaje y ustedes en él, la casa era los Árboles secos de hojas y virilmente amables,  la chimenea condenada que echaba humo pero nos reunía a charlar.

¡Ah esa casa blanca de west Woods –o Westwoods, si les parece–, ya inolvidable para Carmen, Barbarita, Patricio y yo; inolvidable como si fuera la casa donde se tuvo una infancia feliz.

Doris, Abel: gracias.

Cuenten con el cariño de

Juan Bosch

  1. Enviada por Juan Bosch desde Río Piedras, Puerto Rico, a Doris y Abel, a quienes solo identifica como escritores, sin ofrecer en la carta los apellidos de los destinatarios. Entonces el autor de “El oro y la paz” vivía en Puerto Rico. La carta está fechada el 26 de enero de 1964).

Agradecimiento. La carta corresponde al “Archivo de Juan Bosch”, disponible en la web. El óleo de la ilustración, donde figura Juan Bosch con el patricio Juan Pablo Duarte de fondo, ya que esta carta –escrita el 26 de enero– coincide con la fecha de su nacimiento, corresponde al laureado artista plástico dominicano Miguel Núñez.