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Rafael García Romero

"A puro dolor", el placer de la reiteración y del renegar de la poesía.

Un comentario al libro de cuentos, del mismo título, de Rafael García Romero.

Taty Hernández Durán

La norma señala que "cualquier texto que cumple ciertas condiciones formales, estructurales y narrativas, por definición, es un cuento", sin embargo aún no existe ningún esquema lo suficientemente dúctil que pueda involucrar la gran cantidad de estrategias ni los diversos elementos con los que se pueda construir un asunto tan omnipresente como este género de la literatura.

En República Dominicana, existen muchos escritores que se divierten con diversas formas y estructuras a tal punto -me atrevo a decir- que han creado un estilo muy peculiar e identificador de nuestra narrativa.

Rafael García Romero, es uno de estos creadores. Esa búsqueda de un sello propio le llevó a obtener  el Premio Nacional de Cuento José Ramón López 2000-2001 que otorgaron conjuntamente la Secretaría de Estado de Educación y la Secretaría de Estado de Cultura con el libro "A puro dolor".

En una entrega de cincuenta y seis cuentos que recogen su escritura urbana y cosmopolita, el autor retoza con los deseos, los sueños, el amor, la infidelidad, la búsqueda del yo, la felicidad, la duda, el erotismo en fin con todos esos elementos que motorizan la cotidianidad de los seres humanos.

Un narrador que dice desconocer la poesía, aborda una huidiza prosa poética en unos textos cargados de fuerte emotividad sentimental -para no decir romántica- que se concentra en dos de los relatos -"A puro dolor" y "La última noche"- y en un nombre: "Alana".

"A puro dolor" es un cuento muy bien estructurado de lo que puede ser un latente deseo frente a "un no absoluto, breve y penetrante" para luego diluirse ante el despuntar de otros apetitos que "le traiga(n) emociones nuevas".

En "La última noche", más que el deseo, persisten los recuerdos, la memoria insondable del erotismo y del olvido que provoca el dolor de saber que ya no tocarás lo que dejaste escurrir de tus dedos.

El escritor se desdobla entre un ser y no ser poeta, un hacer y no hacer poesía en sus cuentos. Por ello insisto en esa huidiza prosa poética que se abisma en el nombre de "Alana".

Los cuentos cortos de Rafael García Romero asumen -a la vez que desbordan- las técnicas  tradicionales del relato breve. Incluyen reflexiones sobre la vida, el dolor, la muerte pero sin esa chispa de humor que casi siempre caracteriza a este género de la narrativa.

En esta selección de cuentos hay un implícito mensaje reiterativo que por más vueltas que se le dé al libro, en su conjunto, el lector no puede identificar la intención de Rafael García Romero.

Hay dos relatos -"Esta historia resulta" y "El mundo está"- que presentan un mismo tema e idéntica redacción con la salvedad de que al segundo se le eliminó parte del primero.

Otros tres de los textos -"El Círculo de Malebolge", "El Paraíso" y "Un olor fuerte"- mantienen la misma insistencia estilística con tres finales diferentes.

En este caso, el autor -tercamente reiterativo- no logra crear la sorpresa inicial cuando el lector identifica una búsqueda filosófica del yo que se complementa con un cuarto texto fuera de esta trilogía dantesca, "Los nombres de Manuel".

El lector nunca conoce a plenitud lo que el autor quiere reflejar en una obra determinada pero sí puede percibir las reglas que se estableció al producirla.

En sus relatos de "A puro dolor" -título de una desgarrante canción-, Rafael García Romero impacta y sorprende con el hecho de la reiteración más se le escapa a borbotones esa poesía latente de la cual reniega.  

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